domingo, 7 de julio de 2013

LA HISTORIA REAL DE ITAIPÚ

La otra historia

Publicado en el Suplemento Económico de ABC Color el domingo 7 de julio de 2013.
 
La historia oficial relataba que, mediante una concesión graciosa, fraternalmente, Brasil consintió compartir con Paraguay el aprovechamiento hidroeléctrico de la usina Itaipú. El discurso señalaba, hasta con picardía, que Paraguay solo puso el agua y que Brasil corría con el financiamiento de la obra. También la versión destacaba que el vecino país sacrificando otras alternativas más auspiciosas decidió por el condómino río Paraná para el aprovechamiento conjunto del emprendimiento. Para el oficialismo gobernante Itaipú era sin dudas una conquista más del fructífero gobierno.
No obstante, la historia real era diametralmente opuesta: Brasil no teniendo otra opción mejor para atender su creciente demanda energética no tuvo más remedio que compartir con Paraguay, un socio no deseado, el aprovechamiento hidroeléctrico del limítrofe río Paraná. Para esquivar la sociedad, una solución consistía en desviar el curso del caudaloso río y como alternativa extrema, la solución militar concretada en Puerto Renato con la finalidad de apropiarse de las cataratas del Salto del Guairá, en territorio paraguayo, para su explotación unilateral.
Sin embargo, a decir verdad, el presidente João Goulart (1961-1964) fue la excepción. En efecto, el 19 de enero de 1964, en la represa Tres Marías, Minas Gerais, acordó con su similar paraguayo sobre todos los aspectos generales relativos al aprovechamiento conjunto del potencial hidroeléctrico de los Saltos del Guairá. El golpe militar que lo derrocó poco después dejó en aguas de borraja la intención del justo gobernante brasileño.
Conviene destacar que Itaipú, como empresa binacional, puede adquirir préstamos, pagar sus deudas con la venta de su producción y asumir compromisos.
Debe quedar en claro que Itaipú se financió a sí misma, infelizmente, con préstamos usurarios de la Eletrobrás y del Tesoro brasileño y no con aportes como lo exige el tratado. La devolución de estos préstamos inflados por la magia de la ingeniería financiera brasileña -honrados suficientemente según el doctor Jeffrey Sachs- continuará irracionalmente hasta el año 2023.
Brasil, desde el Tratado de Tordesillas de 1494 -primero como colonia portuguesa, después como imperio y a partir de 1889 como república- se expandió desmesuradamente, siempre al margen del derecho internacional, a expensas de sus vecinos. De 2 millones de Km2 iniciales hoy abarca una superficie territorial de más de 8 millones 500 mil Km2.
Es importante señalar que a lo largo de su historia nadie perjudicó tanto al Paraguay como el Brasil.
Durante la época colonial, desde San Pablo, a través de los bandeirantes, verdaderos piratas terrestres, secuestraron y sometieron a las poblaciones nativas de la Provincia del Paraguay para emplearlos como esclavos y después adueñarse de sus asentamientos.
En la Guerra Guazú, con el ejército imperial organizado a partir de esclavos obligados a participar de la guerra, destruyó a la primera y más próspera república de Sudamérica. En esta ocasión, luego de inmolar a casi la totalidad de la población paraguaya se apropió de más de 62 mil Km2 de su más promisorio territorio.
En 1965, con varios batallones dependientes del cuerpo de ejército con asiento en Curitiba, irrumpió en Puerto Renato con la finalidad de controlar los Saltos del Guairá. La oportuna participación del presidente Lyndon B. Johnson y de su canciller Dean Rusk frenaron la desafortunada intervención brasileña.
En 1973, con un tratado hecho a la medida, consiguió disponer de la hidroelectricidad paraguaya a ser generada en Itaipú.
No obstante, en todos los casos no se pueden adjudicar estos atropellos al Brasil, especialmente en Itaipú. Muchos, hoy prósperos compatriotas, colaboraron y siguen colaborando estrechamente en la promoción de los intereses brasileños.
Los negociadores paraguayos y el gobierno no titubearon en aceptar las desatinadas condiciones impuestas por el Tratado de Itaipú de 1973 y, como si fuera poco, para subrayar el desaguisado, el Congreso Nacional, controlado por la mayoría oficialista, ratificó el leonino acuerdo.
Después de 1989, para coronar la entrega de la soberanía energética, juristas paraguayos pagados por Itaipú, Yacyretá y la ANDE, se encargaron de anular sendas leyes orientadas al control parlamentario. Obviando prescripciones constitucionales, también se empeñaron en obstaculizar el acceso de la Contraloría General de la República en los noveles estados binacionales.
Para parcelas del frente interno, con fuerte influencia de los históricos entreguistas, la deuda reclamada es una tontería manipulada por la prensa, el tratado es justo y el prestigioso economista Jeffrey Sachs opina sin conocer a profundidad el tema.
Los mismos, encuentran sumamente favorables el statu quo y suficientes las regalías provenientes de Itaipú. Lo favorable en realidad son los beneficios que recibieron de la binacional, a buen recaudo en los paraísos fiscales. Todo ello, mediante la pauperización de la cada vez mayor cantidad de paraguayos en situación de extrema pobreza que pululan en el campo y en la periferia de las ciudades.
Mientras, la defensa nacional -carente de una mínima capacidad disuasiva por la negativa de los políticos de aprobar un mínimo programa de diez años de unos US$ 500 millones- sigue apostando cada vez más en una diplomacia sin el sostén de la fuerza, en un incierto escenario regional que prioriza lo político a lo jurídico y que apuesta a un desarrollo sin seguridad.
Y cada vez más lejana la capacidad de autodeterminación del pueblo paraguayo.
Pícaros
El discurso señalaba, hasta con picardía, que Paraguay solo puso el agua y que Brasil corría con el financiamiento de la obra.
¿Quién?
Itaipú se financió a sí misma, con préstamos usurarios de Eletrobrás y del Tesoro brasileño, no con aportes como lo exige el tratado.
(*) Autor de los libros Itaipú, la apropiación indebida. Itaipú, una victoria bien brasileña e Itaipú, historia de un fraude.

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