04 DE DICIEMBRE DE 2016
| UN SUBSIDIO A LA ELETROBRÁSPienso mal para equivocarme menos
La frase del encabezado, pronunciada por un instructor mío en un instituto argentino, de tanto en tanto me viene a la memoria. No dejo de compararla con las enseñanzas escritas en “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, reflexiones de Édgar Morin, preparadas a pedido de la Unesco.
El padre del pensamiento complejo, al abordar el primer saber necesario “Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión”, nos señala que el conocimiento del conocimiento debe aparecer como una necesidad primera que serviría de preparación para afrontar los riesgos permanentes de error y de ilusión que no cesan de parasitar la mente humana. Se trata, prosigue el maestro, de armar cada mente en el combate vital para la lucidez.
Cuando memoro los múltiples errores a causa de ideas sin verificar, más concordantes con la ilusión, evoco a mi sabio instructor.
En efecto, en el 2023 se cumplen 50 años de la entrada en vigor del Tratado de Itaipú. Para algunos significa la ocasión de corregir el asimétrico acuerdo que secuestró la soberanía energética del Paraguay. Es en realidad un error, una ilusión.
Al respecto, el Anexo C del Tratado de Itaipú, que establece las bases financieras y de prestación de los servicios de electricidad, en su parte VI, Revisión, dispone que: “… las disposiciones del presente Anexo serán revisadas después de transcurrido un plazo de cincuenta años a partir de la entrada en vigor del Tratado, teniendo en cuenta, entre otros conceptos, el grado de amortización de las deudas contraídas por la Itaipú para la construcción del aprovechamiento y la relación entre las potencias contratadas por las entidades de ambos países”.
En referencia a “otros conceptos” contenidos en la Revisión, cabe señalar que en el Tratado de Itaipú, según el Artículo III, parágrafo 2º, en concordancia con el Artículo XXV, admite la revisión y la modificación, que de no concretarse mediante acuerdo entre las Altas Partes Contratantes, no “estará en vigencia”.
En cuanto al “grado de amortización de las deudas contraídas por la Itaipú para la construcción del aprovechamiento”, en el informe de gestión de Itaipú 2014, en el teatro del BCP, el director general paraguayo, James Spalding, aseguró que “para el 2023 la deuda de Itaipú será cero”. Spalding, en sintonía con la pasividad gubernamental, no reconoce que el pasivo ya fue suficientemente honrado.
Oficialmente, según notas explicativas de los Estados Contables al 31 de diciembre 2015 y 2014 de Itaipú, el cronograma de pagos, préstamos y financiamientos a largo plazo con la Eletrobrás, Tesoro Nacional Brasileño y demás instituciones, Itaipú tiene previsto cancelar su deuda en el 2023. Lamentablemente, las autoridades nacionales se resisten a las recomendaciones de especialistas, entre ellos al Informe Sachs, que advierten que la deuda de Itaipú ya debió estar saldada desde hace años.
Jeffrey Sachs, principal asesor económico de las NN.UU., bajo suposiciones financieras razonables, advertía que “ya se ha pagado la totalidad de la deuda de Itaipú a través de la cesión de energía al Brasil a lo largo de más de 25 años; por consiguiente, las deudas aún pendientes en los libros deben ser canceladas por un nuevo tratado con Brasil”. “… aún con las cifras absurdas que se manejaron a lo largo de los años, todos los pasivos de Itaipú ya debieron cancelarse por completo en 2008”, explicaba el experto.
Por su parte, la CGR había emitido un dictamen en el que declaraba la ilegalidad de la deuda. El ente contralor afirmaba que el “arreglo de Brasilia y São Paulo de 1997” sumó ilegalmente al pasivo US$ 4.193,5 millones al vender electricidad a las empresas compradoras, entre 1986 y 1990, por debajo del costo del servicio de electricidad.
En el poema “Vientos del pueblo me lleva”, el poeta español Miguel Hernández describe magistralmente la conducta poco digna de nuestras autoridades en asuntos que atañen al país:
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No obstante, la realidad, dura como la piedra, nos dicta que en el 2023, cancelado el pasivo, resta como alternativas mantener la tarifa, para que las partes puedan decidir sobre el monto anual pagado por la deuda o bien reducir la tarifa.
Desde el arreglo de las deudas de Itaipú en 1997, la principal tarea de la empresa binacional se centró en la recaudación de más de US$ 2.000 millones al año para subsidiar el sostenimiento económico de la sospechada de corrupta Eletrobrás.
Esta perniciosa iniquidad posterga el desarrollo del Paraguay. Es importante destacar que los principales damnificados a causa de esta colosal estafa, producto del error de los gobiernos, son los pueblos de Paraguay y Brasil, que son obligados a subsidiar a la multinacional Eletrobrás. Es más, la información difundida por la prensa es interesada. Los medios de difusión –rara excepción de algunos insobornables– y la justicia son reclutadas mediante auspicios publicitarios o programas ambientales o empleos bien gratificados.
Todo ello nos enseña que el conocimiento del conocimiento debe aparecer como una necesidad que servirá para afrontar los riesgos permanentes del error y de la ilusión que no cesan de parasitar la mente de muchos paraguayos.
(*) Juanantoniopozzo@gmail.com
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