- José Mármol, argentino, senador, diputado nacional, ministro plenipotenciario en Brasil: “La alianza con Brasil no proviene de las reuniones de abril de 1865, sino de mayo/junio de 1864 desde la presencia amenazante del almirante Joaquín Marqués Lisboa, barón de Tamandaré, en las aguas del Plata contra Montevideo y de los generales Antonio de Souza Netto y José Luiz Menna Barreto en las fronteras orientales, ahí se estableció la verdadera alianza de hecho entre los Gobiernos brasileño y argentino”.
- José Antonio Saraiva, ministro imperial brasileño: “Las alianzas del Brasil contra el Paraguay las conseguí yo, pues dichas alianzas el día en que nos reunimos con el argentino Rufino Elizalde y conferenciamos con Venancio Flores en Punta del Rosario (junio de 1864), y no el día en que J. Octaviano de Almeida Rosa y yo como ministro de Estado firmamos el pacto”.
- José Maria da Silva Paranhos padre, barón y vizconde de Rio Branco: “El pensamiento cardinal de las instrucciones que yo recibí era el obtener una alianza con el Gobierno argentino, tomándose por base el elemento oriental representado por el general Venancio Flores, para pacificar la República y resolver las cuestiones pendientes”.
- Joao Pedro Días Vieira, ministro de Relaciones Exteriores brasileño, en comunicación confidencial con José María da Silva Paranhos, le decía que confiaba en "que sacaría todo el partido posible, interesando en la lucha al Gobierno argentino, tanto más cuanto que parece que ese Gobierno no podrá por mucho tiempo conservarse en posición de neutralidad imperfecta que desea” (Candia, Alberto. ABC Color del 7 de mayo de 2007. Política, página 7).
2) Otra muestra de la codicia territorial alentada por los Aliados, que los sindica como países agresores muchos años antes del 1 de mayo de 1865, es el reparto de territorio nacional documentado secretamente el 14 de diciembre de 1857 en “El protocolo de entendimiento para la guerra contra el Paraguay. Argentina y Brasil”, formalizado por los plenipotenciarios de la Confederación Argentina y el Imperio de Brasil, Santiago Derqui, Bernabé López y José María da Silva Paranhos. El protocolo fue acordado ocho años y nueve meses antes de la obligada declaración de guerra a la Argentina, el 16 de marzo de 1865, por negar el permiso –celosamente ocultado a los argentinos- de tránsito por Corrientes de tropas paraguayas con la misión de socorrer al gobierno uruguayo acosado por tropas del Imperio brasileño.
El protocolo, conocido por muy pocos y que salió a la luz pública recientemente, se puede leer in extenso en www.larueda.com.py.
El documento que debía mantenerse en secreto suponía inevitable la guerra por agravios ocasionados a la navegación fluvial. Contradictoriamente destacaba que la guerra por la cuestión de la libre navegación del río Paraguay era un tema secundario para la Confederación y no justificaría la “política contemporizadora”. No obstante quedó en claro que la alianza sería por cuestiones territoriales.
El documento que debía mantenerse en secreto suponía inevitable la guerra por agravios ocasionados a la navegación fluvial. Contradictoriamente destacaba que la guerra por la cuestión de la libre navegación del río Paraguay era un tema secundario para la Confederación y no justificaría la “política contemporizadora”. No obstante quedó en claro que la alianza sería por cuestiones territoriales.
Al respecto, según el punto 4º del protocolo, la posición brasileña limitaba el acuerdo a las líneas de los ríos Paraná y Bermejo ajustados en 1852. Pese a las objeciones de la Confederación, el plenipotenciario brasileño “no dudaba en aceptar como empeño común de la alianza el reconocimiento de la frontera de los dos países en la Confederación pudiese limitar en exigencia a las líneas del Paraná y del Bermejo, que fueron ajustadas por un tratado de 1852, desistiendo del resto del territorio que le contacta con la República del Paraguay, en compensación del territorio de las Misiones que la misma República (del Paraguay) está en posesión…”
La petición de los plenipotenciarios argentinos que invocaron su derecho a todo el territorio del Chaco hasta los 22 grados de latitud era fulminante “…los territorios arbitrariamente ocupados por el Gobierno de Paraguay, son continentales y pertenecen a la Nación y a las Provincias de Salta y de Corrientes, divididas del territorio paraguayo por los grandes límites naturales que constituye los ríos Paraná y Paraguay...”
Para el caso que sea inevitable la guerra anunciada el Imperio aportaría unos 8.000 efectivos y la Confederación otros 6.000. Siempre contradictorio, el Gobierno argentino, pese a su “neutralidad” dejaba en claro que el ejército brasileño no tendría inconvenientes en pasar “por la parte contigua del territorio que allí ocupan los paraguayos, y el facilitar al Ejército y Escuadra brasilera todas las provisiones de que careciesen…”
3) El escritor Osvaldo Bergonzi, quien exonera de toda culpa a Inglaterra en la Guerra del Paraguay, escribe en el Suplemento Cultural de ABC Color del 30 de septiembre de 2012, “que Argentina siempre quiso vender –y vendió– la especie de que la verdadera agresora y destructora del Paraguay fue Inglaterra y no los aliados”.
Señala también que el embajador de Argentina en Paraguay José María Rosa, célebre historiador, solo lo corrigió en parte cuando ejerció el cargo (1973-1974). Sin embargo, “el infundio quedó para siempre. Los ingleses fueron los culpables. Y algunos paraguayos hasta hoy creen. Y sí, creen a pesar de que durante la guerra más de 400 profesionales británicos estuvieron al servicio del Paraguay”.
Bergonzi presenta como “una prueba irrefutable” una carta del ministro residente de Inglaterra en el Uruguay dirigida al canciller de ese gobierno. Se refiere a la correspondencia dirigida por Leston al ministro de Venancio Flores, Carlos de Castro.Afirma el escritor que “…la pretendida conclusión de que Inglaterra participó antes, durante y después de la conjura contra el Paraguay no se compadece con la verdad. Un solo detalle demuestra que el Imperio británico se hallaba más bien sorprendido cuando el conflicto armado contra el Paraguay se desencadenó. En marzo de 1866, el ministro residente inglés en Montevideo, míster H. G. Leston, quien siempre manifestaba simpatía al Paraguay, escribió al canciller uruguayo una correspondencia elocuente en que ‘manifiesta su preocupación’ por la posible ‘polonización’ del Paraguay. Y cuando Inglaterra habla de ‘preocupación’, la voz contiene una protesta. Este episodio tendrá trascendencia mundial. Si la tríplice secreta era entonces conocida a gatas por algunos, en adelante iba a convulsionar a la prensa mundial, a los gobiernos europeos y a los Estados Unidos, enemigos declarados de la esclavitud y de las monarquías en América…”.
(NA: La polonización entendida como la imposición cultural, en particular del idioma en territorios controlados por Polonia. Wikipedia, Enciclopedia Libre).
Sigue consignando que “El ministro uruguayo de Relaciones Exteriores, a su vez preocupado a raíz de esta nota de ‘preocupación’, le informa verbalmente a Leston que ha decidido entregarle una copia del tratado secreto en el que uno de sus artículos garantiza la independencia del Paraguay. Le da la copia al diplomático inglés bajo palabra de guardar estricto secreto. Este, rápidamente, comunica a su gobierno adjuntando el tratado secreto a su correspondencia”.
Bergonzi narra que la copia del tratado secreto “La recibe el primer ministro John Rusell y decide informar por circular y copia a cada uno de los miembros de la cámara de los comunes. Debió considerar el caso muy grave para obrar de esa manera, sabiendo que su ministro residente en Montevideo había empeñado su palabra de honor al Gobierno uruguayo, particularmente a su canciller, de no hacerla pública”.
Finalmente agrega: “Un avispado reportero, al ver el reparto, se acercó a preguntar. Uno de los destinatarios, al observar que se trataba de un asunto sudamericano, sin mayor importancia para él seguramente, se lo entregó con cargo de devolución. Estalla la bomba y la noticia se esparce. La guerra contra el Paraguay en adelante ocupará un lugar destacado”.
Una vez más la prensa, esta vez la británica, destapó la olla que puso en evidencia ante la opinión pública mundial la triple vergüenza.
En los momentos que corren, octubre de 2012, la Embajada Argentina en Asunción pone en circulación “La Guerra del Paraguay ¡Gran negocio!” de León Pomer -primera edición, 1968; segunda, 1987; tercera, 2008- que involucra a Inglaterra como la principal instigadora y ejecutora con ingentes sumas de dinero a favor de los aliados contra el Paraguay. Esta circulación es interpretada en el marco del conflicto argentino-británico por la posesión de las Islas Malvinas del Atlántico Sur y la reapertura de la embajada británica en Asunción.
4) Por todos estos hechos anotados queda sin discurso la triple alianza que justifica la guerra por causa de López.
Francisco Solano López no se equivocó cuando advertía a los que consideraba sus amigos “…más tarde o más temprano tendrán una guerra contra nosotros”. La penosa premonición de una tragedia anunciada.
General (R) Juan Antonio Pozzo Moreno
juanantoniopozzo@gmail.com
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