domingo, 17 de febrero de 2019

Salto del Guairá, objetivo estratégico de Brasil

17 DE FEBRERO DE 2019

| APROPIACIÓN INDEBIDA DE ITAIPÚ

Una historia poco conocida

La propaganda oficial sigue pregonando que mediante iniciativas del régimen autocrático que gobernó Paraguay fue concebido Itaipú. Nada más alejado de la realidad. La concreción de la obra para beneficiar a Brasil, fue la resultante de gestiones jurídicamente reprochables de gobiernos brasileños.
En efecto, los gobiernos brasileños, en conocimiento del extraordinario potencial energético de las cataratas del Salto de Guairá, en el río Alto Paraná, inquietos por la demanda de electricidad debido al aumento de su población, asumieron como solución fáctica la maquinización del Salto de Guairá.
No obstante, preexistía un insalvable obstáculo. El nuevo trazado de límites de la región Oriental de Paraguay, que seguía el cauce del río Alto Paraná conforme al Tratado de 1872 (Loizaga-Cotegipe), hacía imposible la cuestión, habida cuenta que las caídas más prominentes del Salto se hallaban en territorio paraguayo.
Años después, para completar el trazado de límites de la Región Occidental del país se acordó en 1927, el Tratado Ibarra-Mangabeira. Decía al respecto el doctor Efraím Cardozo: 
“…el protocolo Moreno-Mangabeira (de 1930), emanado del Tratado Ibarra-Mangabeira, al ser cumplido sobre el terreno, fue ocasión… para que el Brasil tratara de sacar el mayor provecho posible de los errores y omisiones de la caracterización de 1872 a 1874, tanto para consolidar sus adquisiciones como para intentar un nuevo despojo: apoderarse de los Saltos del Guairá. Porque si en la época del Tratado Loizaga-Cotegipe estos no le interesaron, ahora cobraban insospechada importancia, desde que la ciencia y la técnica descubrieron que eran fuente de incalculables riquezas, la reserva de energía más grande del mundo” (del libro Los derechos del Paraguay sobre los Saltos del Guairá, de Efraím Cardozo).
Más adelante, el presidente João Goulart (1961-1964), en enero de 1964, poco antes del golpe militar que produjo su destitución, en una declaración ninguneada por los militares brasileños, había consensuado con el general Stroessner una solución diplomática para hacer posible una explotación conjunta del río Paraná.
Catorce meses después, en junio de 1865, cuatro batallones brasileños tomaron posesión del Salto de Guairá. Desde entonces, Brasil no atendió petitorio alguno de desalojo de sus fuerzas que finalmente fueron expulsadas por el embalse de las aguas de la presa construida sobre el río Paraná.
No fue providencial el empujón del canciller norteamericano Dean Rusk para resolver tan desatinado asunto. Por de pronto, la invasión al Paraguay era incompatible con los intereses regionales de los Estados Unidos. La temeridad brasileña pasaba de la raya.
La presencia de Rusk en el Paraguay, en mayo de 1966, consiguió conciliar los intereses en juego. Los cancilleres de Paraguay y Brasil se reunieron en Foz de Yguazú y en Ciudad Presidente Stroessner, entre el 21 y 22 de junio de 1966, para acordar el Acta Final de Foz de Yguazú.
Brasil conseguía por la vía diplomática su objetivo: el condominio del Salto de Guairá que le permitía expandir sin molestos obstáculos su plan primigenio para la explotación del río Paraná.
Los demás términos del Acta Final, fuera de la posesión compartida del Salto de Guairá, fue una vez más fue ninguneado por Itamaratí en el Tratado de Itaipú de 1973. Es así como se abortó el aprovechamiento conjunto del río Paraná y el justo precio por la energía paraguaya cedida al vecino país sigue siendo una utopía.
juanantoniopozzo@gmail.com

Salto del Guairá objetivo estratégico de Brasil

17 DE FEBRERO DE 2019

| APROPIACIÓN INDEBIDA DE ITAIPÚ

Una historia poco conocida

La propaganda oficial sigue pregonando que mediante iniciativas del régimen autocrático que gobernó Paraguay fue concebido Itaipú. Nada más alejado de la realidad. La concreción de la obra para beneficiar a Brasil, fue la resultante de gestiones jurídicamente reprochables de gobiernos brasileños.
En efecto, los gobiernos brasileños, en conocimiento del extraordinario potencial energético de las cataratas del Salto de Guairá, en el río Alto Paraná, inquietos por la demanda de electricidad debido al aumento de su población, asumieron como solución fáctica la maquinización del Salto de Guairá.
No obstante, preexistía un insalvable obstáculo. El nuevo trazado de límites de la región Oriental de Paraguay, que seguía el cauce del río Alto Paraná conforme al Tratado de 1872 (Loizaga-Cotegipe), hacía imposible la cuestión, habida cuenta que las caídas más prominentes del Salto se hallaban en territorio paraguayo.
Años después, para completar el trazado de límites de la Región Occidental del país se acordó en 1927, el Tratado Ibarra-Mangabeira. Decía al respecto el doctor Efraím Cardozo: 
“…el protocolo Moreno-Mangabeira (de 1930), emanado del Tratado Ibarra-Mangabeira, al ser cumplido sobre el terreno, fue ocasión… para que el Brasil tratara de sacar el mayor provecho posible de los errores y omisiones de la caracterización de 1872 a 1874, tanto para consolidar sus adquisiciones como para intentar un nuevo despojo: apoderarse de los Saltos del Guairá. Porque si en la época del Tratado Loizaga-Cotegipe estos no le interesaron, ahora cobraban insospechada importancia, desde que la ciencia y la técnica descubrieron que eran fuente de incalculables riquezas, la reserva de energía más grande del mundo” (del libro Los derechos del Paraguay sobre los Saltos del Guairá, de Efraím Cardozo).
Más adelante, el presidente João Goulart (1961-1964), en enero de 1964, poco antes del golpe militar que produjo su destitución, en una declaración ninguneada por los militares brasileños, había consensuado con el general Stroessner una solución diplomática para hacer posible una explotación conjunta del río Paraná.
Catorce meses después, en junio de 1865, cuatro batallones brasileños tomaron posesión del Salto de Guairá. Desde entonces, Brasil no atendió petitorio alguno de desalojo de sus fuerzas que finalmente fueron expulsadas por el embalse de las aguas de la presa construida sobre el río Paraná.
No fue providencial el empujón del canciller norteamericano Dean Rusk para resolver tan desatinado asunto. Por de pronto, la invasión al Paraguay era incompatible con los intereses regionales de los Estados Unidos. La temeridad brasileña pasaba de la raya.
La presencia de Rusk en el Paraguay, en mayo de 1966, consiguió conciliar los intereses en juego. Los cancilleres de Paraguay y Brasil se reunieron en Foz de Yguazú y en Ciudad Presidente Stroessner, entre el 21 y 22 de junio de 1966, para acordar el Acta Final de Foz de Yguazú.
Brasil conseguía por la vía diplomática su objetivo: el condominio del Salto de Guairá que le permitía expandir sin molestos obstáculos su plan primigenio para la explotación del río Paraná.
Los demás términos del Acta Final, fuera de la posesión compartida del Salto de Guairá, fue una vez más fue ninguneado por Itamaratí en el Tratado de Itaipú de 1973. Es así como se abortó el aprovechamiento conjunto del río Paraná y el justo precio por la energía paraguaya cedida al vecino país sigue siendo una utopía.
juanantoniopozzo@gmail.com

domingo, 10 de febrero de 2019

Emulando al avestruz

10 DE FEBRERO DE 2019


No hay peor ciego que el que no quiere ver

En 2015, Itaipú suministró al Sistema Interconectado Nacional Paraguayo 10.636.323 megavatios hora (MWh) de energía, superando por primera vez los siete dígitos de los anteriores años.
Alentado por el inédito evento, en los años siguientes el SINP fue por más megavatios hora: año 2016, 11.227.393; año 2017, 13.454.277; año 2018, 15.043.900. Las potencias contratadas fueron: 1.210 MW (2015), 1.281 MW (2016), 1.535 MW (2017) y 1.717 MW (2018).
Así las cosas in crescendo, ABC Color publicaba no hace mucho y para sorpresa nuestra, que la potencia contratada por la ANDE en Itaipú en 2019 estaría promediando solo los 942,33 MW mensual o sea unos 8.254.810 MWh anual. Todo ello por debajo de los dígitos del año 2015.
¿A qué se debe este dramático cambio que impide seguir disponiendo de más electricidad paraguaya, generosamente cedida a la Eletrobrás para el desarrollo brasileño?
Las respuestas son varias:
-La entrega de la soberanía energética de Paraguay documentada en el Tratado de Itaipú de 1973.
-La imposibilidad de devolución de la energía cedida por Paraguay al no disponer Brasil de otras fuentes más baratas que puedan abastecer las industrias de San Pablo y el turismo de Rio de Janeiro.
-El compulsivo entreguismo de las autoridades y funcionarios paraguayos, que prosperan como comensales de Itaipú.
Es importante señalar que las líneas de 500 y 220 kilovoltios (kV) pueden transportar hasta 3.400 MW de potencia. No obstante en los últimos años, especialmente en 2018, solo llegamos a contratar la mitad de potencia en condiciones de ser transportada, unos 1.717 MW o sea 15.043.500 MWh.
La ANDE alega que debidos a defectos de la distribución interna, los apagones se suceden sin solución de continuidad. Sin embargo, los datos demuestran que a más de las tradicionales excusas de la estatal eléctrica paraguaya, que bicicletea para apagar en unos y prender en otros, el problema radica en los límites impuestos por Brasil a Itaipú.
Los patrones brasileños, cada vez más, dependen la energía paraguaya cedida y no están en condiciones de devolvernos: esa es la principal cuestión.
juanantoniopozzo@gmail.com