01 de Diciembre de 2013 | ITAIPÚ
Un Tratado hecho a la medida de los intereses brasileños
Transcribimos en este número la conferencia que dictó el general (R) Juan Antonio Pozzo Moreno (juanantoniopozzo@gmail.com) el día 12 de noviembre del presente año en la subsede San Ignacio de la Universidad Católica.
Itaipú es una empresa de Brasil y Paraguay que produce energía eléctrica a partir de las aguas de río Paraná.
Aunque caracterizada como una central hidroeléctrica binacional, solo lo es nominalmente ya que la entidad –aparentemente binacional– la controla y la aprovecha casi en su totalidad el Brasil.
También el río Alto Paraná, dominio o posesión de los dos países, es el límite que separa por el Este a Brasil de Paraguay.
Los prolegómenos de Itaipú
Itaipú se origina en la creciente demanda energética brasileña. Urgía a sus gobernantes la construcción en el cauce del Paraná limítrofe una usina hidroeléctrica al no disponer en su territorio de otro curso de agua con similar potencial.
El Brasil siempre se negó a compartir el proyecto con Paraguay. Para evadir el consorcio, sus ingenieros calcularon el desvío del cauce del caudaloso río Paraná por territorio brasileño. Como última ratio el Gobierno militar, que destituyó a João Goulart en marzo de 1964, apeló en junio de 1965 a la invasión militar en Puerto Renato de modo a asegurar el control de la fuente energética por excelencia: las cataratas del Salto del Guairá asentadas en territorio paraguayo. Excepto el presidente João Goulart, no se conoce otro mandatario brasileño que haya aceptado de buen grado compartir equitativamente el futuro emprendimiento binacional con Paraguay.
Luego de la invasión, indiferente a las protestas diplomáticas paraguayas, solo la oportuna intervención del presidente Lyndon Johnson y su canciller Dean Rusk pudo conseguir el retiro voluntario de la tropa brasileña y la concreción de un acuerdo justo: el Acta Final de Foz de Yguazú del 22 de junio de 1966. En el documento quedaba establecida la división en partes iguales entre los dos países de la energía a ser generada por la futura hidroeléctrica. La energía no utilizada por Paraguay sería cedida al socio condómino por un precio justo.
Una abyecta defección
Años después, en el Tratado que creaba el 26 de abril de 1973 la Itaipú Binacional para el aprovechamiento conjunto del río Paraná, el derecho de preferencia para adquirir la energía excedente por un precio justo, acordado en el Acta Final, fue modificado por el derecho de adquisición a cambio de una irrisoria compensación que debía ser abonada por Itaipú (¡!).
El Tratado, además, insólitamente autorizaba a la seguridad brasileña a intervenir en la margen derecha. Por si fuera poco, una Nota Reversal –adicional el Tratado– repartía los principales cargos de la Dirección Ejecutiva entre los funcionarios brasileños. De esta manera Itaipú se entregó al Brasil.
Los negociadores paraguayos (¿?) se encargaron de aceptar los términos del leonino acuerdo y de su defensa en el parlamento como una victoria diplomática de Paraguay.
Ni corto ni perezoso, la sumisa mayoría oficialista del Congreso Nacional no tuvo reparos en aceptar el perjudicial documento que entregaba gratuitamente a la Eletrobrás la energía paraguaya, en julio de 1973. No se conoce en la historia patria una defección más abyecta.
A la medida de los intereses brasileños
El notable jurista Gustavo de Gásperi sostiene la tesis de que el Tratado de Itaipú es nulo por desviar en su contexto el objeto y fin del acuerdo –la división en partes iguales de la generación eléctrica– establecido claramente en el preámbulo y en los primeros artículos del Tratado de Itaipú de 1973.
Para otros estudiosos, el Tratado de Itaipú es inconstitucional al violar varios de los artículos de la Constitución Nacional. Además, señalan, que es violatorio del Derecho Internacional al desconocer varias Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La verdad es que el Tratado de Itaipú de 1973, como el Tratado Loizaga-Cotegipe de 1872, fue redactado a la medida de los intereses brasileños.
Mediante el Tratado de Itaipú de 1973, secretamente redactado, el Brasil despojó al Paraguay de su soberanía energética. En el de Loizaga-Cotegipe, del 9 de enero de 1872, el mismo vecino, sustrajo al Paraguay de más de 60.000 kilómetros cuadrados de su territorio.
La diferencia entre ambos documentos es que el de 1973 fue un contubernio consentido por Poder Ejecutivo y la mayoría oficialista del Poder Legislativo de Paraguay. No así el de 1872, una imposición de la diplomacia brasileña a un país devastado y ocupado militarmente.
Solo para incautos
El Tratado de Itaipú, de acuerdo a su mañosa interpretación, no solo impide al Paraguay comercializar su energía excedente a un precio justo. También sirve de pantalla para apañar una deuda fraudulenta que según el economista doctor Jeffrey Sachs ya fue varias veces honrada por Itaipú.
Solo los incautos creen que el socio condómino parará sus fábricas de San Pablo o apagará las luces de su industria turística de Río de Janeiro para que Itaipú pueda devolver su energía a Paraguay. De hecho, la construcción de la línea de 500 kV y la triplicación de la compensación, son paliativos para acallar las demandas de la ANDE hasta tanto la margen izquierda pueda acceder a otras fuentes sustitutivas.
Lo que resta
Cabe a la ANDE exigir la comercialización, en reemplazo de la Eletrobrás, en el mercado brasileño de la energía paraguaya no utilizada. También la diplomacia paraguaya debe sostenerse en las científicas conclusiones sobre la deuda de Jeffrey Sachs –que solo beneficia a los accionistas de la multinacional Eletrobrás y no a los socios condóminos– para instalar una mesa de diálogo que permita acordar oficialmente sobre su extinción.
Estas son, objetivamente, las alternativas disponibles. Un escenario ideal, transparentado por Sachs, como nunca se presentó al Paraguay en Itaipú. Desde ya, la diplomacia paraguaya dispone de los elementos suficientes para instalar un sólido reclamo largamente postergado.
Aparente
Aunque caracterizada como una central binacional, solo lo es nominalmente ya que la entidad la controla y la aprovecha casi en su totalidad el Brasil.
Despojo
Mediante el Tratado de Itaipú, firmado el 26 de abril de 1973, secretamente redactado, Brasil despojó al Paraguay de su soberanía energética.
ANDE
Cabe a la ANDE exigir la comercialización, en reemplazo de la Eletrobrás, en el mercado brasileño de la energía paraguaya no utilizada.
Aunque caracterizada como una central hidroeléctrica binacional, solo lo es nominalmente ya que la entidad –aparentemente binacional– la controla y la aprovecha casi en su totalidad el Brasil.
También el río Alto Paraná, dominio o posesión de los dos países, es el límite que separa por el Este a Brasil de Paraguay.
Los prolegómenos de Itaipú
Itaipú se origina en la creciente demanda energética brasileña. Urgía a sus gobernantes la construcción en el cauce del Paraná limítrofe una usina hidroeléctrica al no disponer en su territorio de otro curso de agua con similar potencial.
El Brasil siempre se negó a compartir el proyecto con Paraguay. Para evadir el consorcio, sus ingenieros calcularon el desvío del cauce del caudaloso río Paraná por territorio brasileño. Como última ratio el Gobierno militar, que destituyó a João Goulart en marzo de 1964, apeló en junio de 1965 a la invasión militar en Puerto Renato de modo a asegurar el control de la fuente energética por excelencia: las cataratas del Salto del Guairá asentadas en territorio paraguayo. Excepto el presidente João Goulart, no se conoce otro mandatario brasileño que haya aceptado de buen grado compartir equitativamente el futuro emprendimiento binacional con Paraguay.
Luego de la invasión, indiferente a las protestas diplomáticas paraguayas, solo la oportuna intervención del presidente Lyndon Johnson y su canciller Dean Rusk pudo conseguir el retiro voluntario de la tropa brasileña y la concreción de un acuerdo justo: el Acta Final de Foz de Yguazú del 22 de junio de 1966. En el documento quedaba establecida la división en partes iguales entre los dos países de la energía a ser generada por la futura hidroeléctrica. La energía no utilizada por Paraguay sería cedida al socio condómino por un precio justo.
Una abyecta defección
Años después, en el Tratado que creaba el 26 de abril de 1973 la Itaipú Binacional para el aprovechamiento conjunto del río Paraná, el derecho de preferencia para adquirir la energía excedente por un precio justo, acordado en el Acta Final, fue modificado por el derecho de adquisición a cambio de una irrisoria compensación que debía ser abonada por Itaipú (¡!).
El Tratado, además, insólitamente autorizaba a la seguridad brasileña a intervenir en la margen derecha. Por si fuera poco, una Nota Reversal –adicional el Tratado– repartía los principales cargos de la Dirección Ejecutiva entre los funcionarios brasileños. De esta manera Itaipú se entregó al Brasil.
Los negociadores paraguayos (¿?) se encargaron de aceptar los términos del leonino acuerdo y de su defensa en el parlamento como una victoria diplomática de Paraguay.
Ni corto ni perezoso, la sumisa mayoría oficialista del Congreso Nacional no tuvo reparos en aceptar el perjudicial documento que entregaba gratuitamente a la Eletrobrás la energía paraguaya, en julio de 1973. No se conoce en la historia patria una defección más abyecta.
A la medida de los intereses brasileños
El notable jurista Gustavo de Gásperi sostiene la tesis de que el Tratado de Itaipú es nulo por desviar en su contexto el objeto y fin del acuerdo –la división en partes iguales de la generación eléctrica– establecido claramente en el preámbulo y en los primeros artículos del Tratado de Itaipú de 1973.
Para otros estudiosos, el Tratado de Itaipú es inconstitucional al violar varios de los artículos de la Constitución Nacional. Además, señalan, que es violatorio del Derecho Internacional al desconocer varias Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La verdad es que el Tratado de Itaipú de 1973, como el Tratado Loizaga-Cotegipe de 1872, fue redactado a la medida de los intereses brasileños.
Mediante el Tratado de Itaipú de 1973, secretamente redactado, el Brasil despojó al Paraguay de su soberanía energética. En el de Loizaga-Cotegipe, del 9 de enero de 1872, el mismo vecino, sustrajo al Paraguay de más de 60.000 kilómetros cuadrados de su territorio.
La diferencia entre ambos documentos es que el de 1973 fue un contubernio consentido por Poder Ejecutivo y la mayoría oficialista del Poder Legislativo de Paraguay. No así el de 1872, una imposición de la diplomacia brasileña a un país devastado y ocupado militarmente.
Solo para incautos
El Tratado de Itaipú, de acuerdo a su mañosa interpretación, no solo impide al Paraguay comercializar su energía excedente a un precio justo. También sirve de pantalla para apañar una deuda fraudulenta que según el economista doctor Jeffrey Sachs ya fue varias veces honrada por Itaipú.
Solo los incautos creen que el socio condómino parará sus fábricas de San Pablo o apagará las luces de su industria turística de Río de Janeiro para que Itaipú pueda devolver su energía a Paraguay. De hecho, la construcción de la línea de 500 kV y la triplicación de la compensación, son paliativos para acallar las demandas de la ANDE hasta tanto la margen izquierda pueda acceder a otras fuentes sustitutivas.
Lo que resta
Cabe a la ANDE exigir la comercialización, en reemplazo de la Eletrobrás, en el mercado brasileño de la energía paraguaya no utilizada. También la diplomacia paraguaya debe sostenerse en las científicas conclusiones sobre la deuda de Jeffrey Sachs –que solo beneficia a los accionistas de la multinacional Eletrobrás y no a los socios condóminos– para instalar una mesa de diálogo que permita acordar oficialmente sobre su extinción.
Estas son, objetivamente, las alternativas disponibles. Un escenario ideal, transparentado por Sachs, como nunca se presentó al Paraguay en Itaipú. Desde ya, la diplomacia paraguaya dispone de los elementos suficientes para instalar un sólido reclamo largamente postergado.
Aparente
Aunque caracterizada como una central binacional, solo lo es nominalmente ya que la entidad la controla y la aprovecha casi en su totalidad el Brasil.
Despojo
Mediante el Tratado de Itaipú, firmado el 26 de abril de 1973, secretamente redactado, Brasil despojó al Paraguay de su soberanía energética.
ANDE
Cabe a la ANDE exigir la comercialización, en reemplazo de la Eletrobrás, en el mercado brasileño de la energía paraguaya no utilizada.