domingo, 22 de diciembre de 2013

La dignidad en subasta

22 de Diciembre de 2013  

Un inexplicable retroceso

La diplomacia y la capacidad disuasiva militar son dos condiciones inherentes a la defensa nacional.
La inconstitucional evasión del servicio militar obligatorio, la ausencia de un programa que pueda restituir el material obsoleto de las fuerzas singulares y la acelerada desaparición de las Reservas colocan en una situación crítica al principal elemento disuasivo de la defensa nacional: las Fuerzas Armadas de la Nación.
Ninguno de los gobiernos nacionales, desde la Guerra del Chaco, se preocupó en resolver esta cuestión íntimamente relacionada con la existencia misma del Estado paraguayo. Infelizmente, durante todo este tiempo, los recursos económicos disponibles fueron dilapidados en el sostenimiento de una politiquería corrupta y prebendaria con prominentes clientes, todos ellos indiferentes a la suerte de la patria.
En la actual coyuntura -impedidos de recuperar nuestra soberanía energética en las hidroeléctricas binacionales y violentada nuestra permanencia en el Mercosur- su débil presencia persuasiva es más que irrelevante en la defensa nacional. Solo resta, en el ámbito de la seguridad nacional, seguir apostando por el respeto a las normas internacionales y una fuerte alianza con los países centrales a fin de sostener una posición diplomática que, paradójicamente, es cada vez menos apegada a la memoria histórica.
La seguridad jurídica, reclamada insistentemente -básica para las inversiones provenientes tanto del interior, pero especialmente del exterior del país- es una cuestión esencial que está indisolublemente ligada con el desarrollo nacional.
Los últimos acontecimientos, que forzaron al Gobierno nacional a reclamar la ilegal inclusión de Venezuela en el Mercosur -en protesta por la prevalencia de la coyuntural política regional sobre el derecho internacional público- es una muestra más del irrespeto, de nuestros ocasionales socios, a los acuerdos pactados.
En esta emergencia solo cabe –no hay otra- seguir insistiendo por el cumplimiento de los pactos internacionales como una señal inequívoca del rumbo correcto. Cualquier decisión que privilegie lo contrario significaría un monumental retroceso que condenará al Estado paraguayo a la pérdida de su credibilidad y respeto.
El presidente Mandela, cuando el Gobierno del apartheid le ofreció, después de veinte años de prisión, sacarlo en libertad, prefirió seguir prisionero cinco años más para no quebrantar sus principios. El mariscal López escogió su muerte antes que rendirse. Sirvan estos ejemplos a los responsables de la conducción de un pueblo altivo que en Curupayty dio suficientes muestras como para ganarse la consideración de sus iguales.
Rumbo
En esta emergencia solo cabe que debemos insistir por el cumplimiento de los pactos internacionales como señal inequívoca del rumbo correcto.
juanantoniopozzo@gmail.com.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Apostar por el Derecho Internacional Público

La diplomacia y la capacidad disuasiva son dos condiciones indispensables en el ámbito de la defensa nacional. La inconstitucional desactivación del servicio militar obligatorio, la carencia de un programa para para restituir el material obsoleto a las fuerzas singulares  y la acelerada desaparición de las Reservas colocan en una situación crítica al principal elemento disuasivo de la defensa nacional: las Fuerzas Armadas de la Nación. Ninguno de los gobiernos nacionales, desde la Guerra del Chaco, se preocuparon de resolver esta cuestión  íntimamente relacionada con la existencia misma del Estado paraguayo. Ta es, que en la actual coyuntura su presencia es irrelevante.
Solo queda, el respeto a las normas internacionales por medio de la diplomacia, el otro elemento que sirve de sustento a la defensa nacional. Con su estricto y escrupuloso cumplimiento el Estado paraguayo da muestras de seriedad y credibilidad en sus vínculos con el exterior. La seguridad jurídica, reclamada insistentemente -básica para las inversiones provenientes tanto del interior pero especialmente del exterior del país- es una cuestión esencial indisolublemente ligada con el desarrollo nacional.
Los últimos acontecimientos, que obligaron al Gobierno nacional a reclamar la ilegal inclusión de Venezuela en el Mercosur - en protesta por la prevalencia de la  coyuntura política sobre  las normas jurídicas- son las muestras del irrespeto,  a los acuerdos internacionales consensuados, de nuestros ocasionales socios
En esta emergencia solo cabe seguir insistiendo por el cumplimiento de los pactos internacionales como una señal inequívoca del rumbo correcto. Cualquier decisión, que privilegie lo político sobre lo jurídico, significaría una monumental marcha hacía atrás que  condenará al Estado paraguayo a la pérdida de credibilidad y al ostracismo. La fortaleza del Estado paraguayo se sustenta en el irrestricto cumplimiento del Derecho Internacional Público y no en los coyunturales arreglos políticos.
El presidente Mandela,  cuando el Gobierno del apartheid le ofreció, después de veinte años de prisión, sacarlo en libertad  prefirió seguir prisionero cinco años más para no quebrantar sus principios. El mariscal López prefirió su muerte antes que rendirse. Sirvan estos ejemplos a los responsables de conducir a un pueblo altivo, irreductible que tiene bien ganado el respeto de sus iguales.