10 de Agosto de 2014
El camino fácil
Los desvíos del tesoro público hacia cuentas particulares, la exoneración tributaria a terratenientes, exportadores y comercializadores de cereales y oleaginosas, añadidos a la evasión fiscal son, entre otras, cuestiones que deben ser resueltas enérgicamente por el Gobierno nacional en la incesante búsqueda del bienestar general.
No obstante, es cada vez más notorio, debido a la fragilidad de control, su incapacidad para lidiar con estos temas que sumado a la indiferencia cómplice de la justicia y un legislativo prebendario, condena a la sociedad a un destino infausto.
El escandaloso robo al erario público cuadruplicando salarios mediante artificios inventados por sus pícaros administradores y el consuetudinario contrabando que a la vista y paciencia de las autoridades sigue dañando la industria nacional, son vicios inherentes a una sociedad gravemente enferma e indefensa librada a su suerte.
Nunca, como ahora, son tan evidentes los latrocinios que desde el Estado, en connivencia con el sector privado, devasta a la nación. Sus cómplices y encubridores, aventajados sibaritas de la indecencia, sin temor escandalizan a la opinión pública sin hacer mellas en sus descarriadas conductas.
Estas irritantes estafas al erario público impiden construir la infraestructura básica para sostener un desarrollo programado que sintonice con la vecindad regional. Por ello, el dinero público escamoteado en beneficio de un estrecho círculo áulico –en perjuicio de millones de compatriotas que ven agonizar sus esperanzas chapoteando en la miseria– nunca será suficiente para atender la salud y menos la educación.
Pero hete aquí que, en vez de ajustarse los controles y cortar de cuajo la impunidad, en vez de reclamar un aprovechamiento más equitativo en las usinas hidroeléctricas –nuestra principal riqueza– resulta más fácil recurrir a los bonos soberanos que solo servirán para hipotecar el futuro de generaciones de paraguayos. Qué temeridad.
El doctor Jeffrey Sachs, asesor de Ban Ki-moon, en sus estudios sobre Itaipú, nos señalaba que solo en el 2012 el Paraguay dejó de percibir unos US$ 750 millones en concepto de royalties y de compensación. Del mismo modo, la declaración del 25 de julio de 2009 (Lula-Lugo) admitió, por primera vez, que la ANDE puede comercializar –en vez de la Eletrobras– la energía excedente en el mercado brasileño. Por fin la margen derecha podría percibir, por su energía, una tarifa más justa, acorde con la realidad del mercado.
Por otro lado, la energía secundaria, de menos de US$ 6 el MWh, es menester repartir equitativamente entre las partes conforme al tratado y no de acuerdo a la injusta relación resultante de la potencia contratada por los socios.
Complementariamente, urge gestionar, entre otros, que la compensación por territorio inundado de la parte paraguaya en Yacyretá sea efectivizada conforme al acuerdo binacional. Sin esta justa compensación las obras a futuro pierden su factibilidad.
Cabe también mencionar que la actual deuda de Itaipú con la Eletrobrás carece de bases científicas. Según los expertos paraguayos (Comisión de Entes Binacionales Hidroeléctricos hoy desactivada) y el Columbia Vale Center del doctor Sachs, la deuda que compromete a la margen derecha del emprendimiento ya fue suficientemente honrada. Ambas márgenes y sus pueblos necesitan dejar de pagar un pasivo artificial que solo beneficia a los privilegiados capitalistas de la multinacional brasileña.
Muy por el contrario, los directores de la binacionales, que dicen ser paraguayos, siguiendo la tradicional política del statu quo de los últimos gobiernos, intentaron sin éxito blindar una vez más al escrutinio público los escandalosos salarios de sus funcionarios, que salvo honrosa excepciones, no pueden justificar los montos de sus emolumentos.
Con algunas de estas medidas –cero impunidad y reclamos de más soberanía energética– es posible obtener el dinero suficiente para construir lo que sea. Tal vez no inmediatamente. No obstante, el pueblo paraguayo sabrá reconocer los denodados esfuerzos de sus representantes para un mayor bienestar.
Será posible comprar las computadoras necesarias para la educación o las máquinas suficientes para dializar a los enfermos renales o también para desvincular, mediante impostergables obras de progreso, a la población carenciada extorsionada por el EPP.
El atajo fácil para obtener dinero en nombre de una sociedad a expensas de su futuro, sostenida por doctrinarios más afín al hedonismo que a la tradicional austeridad paraguaya, solo presagia más desgracias para la nación.
En vez de
En vez de ajustar controles..., en vez de reclamar un aprovechamiento más equitativo en las hidroeléctricas es más fácil recurrir a los bonos soberanos.
(*) Autor de los libros Itaipú, la apropiación indebida. Itaipú, una victoria
bien brasileña. Itaipú, memoria de un fraude e Itaipú, crónica de un despojo.
El escandaloso robo al erario público cuadruplicando salarios mediante artificios inventados por sus pícaros administradores y el consuetudinario contrabando que a la vista y paciencia de las autoridades sigue dañando la industria nacional, son vicios inherentes a una sociedad gravemente enferma e indefensa librada a su suerte.
Nunca, como ahora, son tan evidentes los latrocinios que desde el Estado, en connivencia con el sector privado, devasta a la nación. Sus cómplices y encubridores, aventajados sibaritas de la indecencia, sin temor escandalizan a la opinión pública sin hacer mellas en sus descarriadas conductas.
Estas irritantes estafas al erario público impiden construir la infraestructura básica para sostener un desarrollo programado que sintonice con la vecindad regional. Por ello, el dinero público escamoteado en beneficio de un estrecho círculo áulico –en perjuicio de millones de compatriotas que ven agonizar sus esperanzas chapoteando en la miseria– nunca será suficiente para atender la salud y menos la educación.
Pero hete aquí que, en vez de ajustarse los controles y cortar de cuajo la impunidad, en vez de reclamar un aprovechamiento más equitativo en las usinas hidroeléctricas –nuestra principal riqueza– resulta más fácil recurrir a los bonos soberanos que solo servirán para hipotecar el futuro de generaciones de paraguayos. Qué temeridad.
El doctor Jeffrey Sachs, asesor de Ban Ki-moon, en sus estudios sobre Itaipú, nos señalaba que solo en el 2012 el Paraguay dejó de percibir unos US$ 750 millones en concepto de royalties y de compensación. Del mismo modo, la declaración del 25 de julio de 2009 (Lula-Lugo) admitió, por primera vez, que la ANDE puede comercializar –en vez de la Eletrobras– la energía excedente en el mercado brasileño. Por fin la margen derecha podría percibir, por su energía, una tarifa más justa, acorde con la realidad del mercado.
Por otro lado, la energía secundaria, de menos de US$ 6 el MWh, es menester repartir equitativamente entre las partes conforme al tratado y no de acuerdo a la injusta relación resultante de la potencia contratada por los socios.
Complementariamente, urge gestionar, entre otros, que la compensación por territorio inundado de la parte paraguaya en Yacyretá sea efectivizada conforme al acuerdo binacional. Sin esta justa compensación las obras a futuro pierden su factibilidad.
Cabe también mencionar que la actual deuda de Itaipú con la Eletrobrás carece de bases científicas. Según los expertos paraguayos (Comisión de Entes Binacionales Hidroeléctricos hoy desactivada) y el Columbia Vale Center del doctor Sachs, la deuda que compromete a la margen derecha del emprendimiento ya fue suficientemente honrada. Ambas márgenes y sus pueblos necesitan dejar de pagar un pasivo artificial que solo beneficia a los privilegiados capitalistas de la multinacional brasileña.
Muy por el contrario, los directores de la binacionales, que dicen ser paraguayos, siguiendo la tradicional política del statu quo de los últimos gobiernos, intentaron sin éxito blindar una vez más al escrutinio público los escandalosos salarios de sus funcionarios, que salvo honrosa excepciones, no pueden justificar los montos de sus emolumentos.
Con algunas de estas medidas –cero impunidad y reclamos de más soberanía energética– es posible obtener el dinero suficiente para construir lo que sea. Tal vez no inmediatamente. No obstante, el pueblo paraguayo sabrá reconocer los denodados esfuerzos de sus representantes para un mayor bienestar.
Será posible comprar las computadoras necesarias para la educación o las máquinas suficientes para dializar a los enfermos renales o también para desvincular, mediante impostergables obras de progreso, a la población carenciada extorsionada por el EPP.
El atajo fácil para obtener dinero en nombre de una sociedad a expensas de su futuro, sostenida por doctrinarios más afín al hedonismo que a la tradicional austeridad paraguaya, solo presagia más desgracias para la nación.
En vez de
En vez de ajustar controles..., en vez de reclamar un aprovechamiento más equitativo en las hidroeléctricas es más fácil recurrir a los bonos soberanos.
(*) Autor de los libros Itaipú, la apropiación indebida. Itaipú, una victoria
bien brasileña. Itaipú, memoria de un fraude e Itaipú, crónica de un despojo.
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