miércoles, 17 de mayo de 2017

Yacyretá en su laberinto

17 DE MAYO DE 2017


Buenas intenciones

Sería bueno que los negociadores del Acta de Entendimiento, suscrita por los presidentes de Paraguay y Argentina el 4 de mayo de 2017, nos ilustren sobre los montos presupuestados para cada componente del Costo del Servicio de Electricidad.
La información disponible establece en unos US$ 35 la tarifa por cada megavatio hora generado por la usina hidroeléctrica. Entonces, no sería aventurado calcular, según los datos históricos, que la EBY podría recaudar por su producto, entre el 2018 y el 2028 unos US$ 700 millones por año (20 millones MWh x US$ 35).
Así como se presumen las cosas, y de acuerdo con los expertos, el Costo del Servicio de Electricidad –sumando los gastos de explotación, las utilidades, los resarcimientos y la compensación por territorio inundado– no debiera superar los US$ 400 millones. Entonces, es razonable pensar en que se destinará los sobrantes US$ 300 millones.
Las alternativas son varias, desde maquinizar Aña Cua o aumentar las máquinas de la Central Hidroeléctrica o, tal vez, construir el postergado embalse de compensación. Lamentablemente, estas intenciones no se ajustan a los términos del Tratado y a la Constitución Nacional y no dejan de ser lo que son: intenciones.
Al respecto, el vertedero Aña Cua, en territorio nacional y de acuerdo con la Constitución Nacional, solo con otro Tratado es posible concretar su maquinización.
Los otros propósitos, también son inviables por cuanto que la EBY tiene prohibido, según el Tratado de Yacyretá, generar lucro o utilidad ya que el costo del servicio debe ser igual al costo de la producción. Es decir, que el emprendimiento binacional debe limitar su tarea a la generación de electricidad y al mejoramiento de las condiciones de navegación del indómito río Paraná.
No obstante, siempre hay una salida: llevar la ilegítima deuda de más de US$ 4.000 millones, como corresponde, a cero y gestionar en las instancias correspondientes el cambio de la misión de Yacyretá para legalizar el lucro y completar las obras pendientes.
Es bueno recordar, en estos inciertos tiempos en que vivimos a San Francisco de Sales.
El sacerdote, salvando el tiempo y las contingencias, sabedor de la realidad, repetía cuando podía la frase de San Fernando de Claraval, un notable francés nacido en 1091:
“El infierno está lleno de buenas voluntades o deseos”.
juanantoniopozzo@gmail.com

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