domingo, 21 de julio de 2019

La historia interesada

Controlando el pasado

Algunos libros clásicos sobre la distopía o antiutopía del brillante escritor británico (1903-1950) George Orwell (Rebelión en la granja; 1984), nos transporta a un mundo donde se subraya la lucha del hombre contra las reglas sociales establecidas por el poder político.
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Gral. (R) Juan A. Pozzo Moreno (*)Archivo, ABC Color
Entre sus citas célebres podemos leer: “Si el líder dice de tal evento esto no ocurrió, pues no ocurrió. Si dice que dos y dos son cinco, pues dos y dos son cinco…”. No obstante, habría que señalar que la narración de los hechos es la resultante de la interpretación de quien lo escribe pudiendo ser distorsionados para acomodarlo a la historia oficial. En efecto, el escritor Eric Arthur Blair (Orwell) se preguntaba: “Si quien controla el pasado, controla el futuro, ¿Quién controla el presente controla el pasado?”
También el escritor británico con sus citas anticipaba que una nación donde es ejercido un riguroso control estatal, en el afán de garantizar una sociedad organizada y conforme, puede conducir a un régimen totalitario que logre un supuesto bienestar general.
Experiencia paraguaya para controlar el pasado
Los vencedores de la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, para justificar el terrible desatino de la entente aliada, relataron a su modo el conflicto, endilgando al presidente paraguayo Francisco Solano López la tragedia. Sin embargo, la verdad estaba oculta en los términos del Tratado de la Triple Alianza. En dicho documento secreto, que repartía 150 mil kilómetros cuadrados de territorio nacional a la Confederación Argentina y al Imperio de Brasil, ponía de relieve el objetivo de la guerra. La liberación del pueblo paraguayo del “tirano” López, fue usado como pretexto del holocausto.
No tardó en salir a la luz la verdadera historia. Últimamente, en una muestra de fotografías impulsada por la Biblioteca Nacional de Uruguay y el Centro de Fotografías, expuestas en el Bazar Mitre de Montevideo, la escritora uruguaya Maricruz Méndez Vall revelaba una dolorosa reflexión del equipo de documentalistas uruguayos: “Pero si estas imágenes nos horrorizan... En el Uruguay de aquel entonces, ¿los ciudadanos eligieron libremente formar ‘la Triple Alianza’ para destruir a la próspera República del Paraguay…?”
Cuando la historia no ocurrió
Según la historia oficial, el Tratado de Itaipú, a pesar de su mezquino aprovechamiento por Paraguay, resulta ventajoso para el país. Los cancilleres paraguayos, desde Raúl Sapena Pastor (1956-1975) lo corroboran a pesar de que Brasil, con aguas paraguayas del río Paraná y plata de Itaipú, se mantiene como dueño inamovible del emprendimiento binacional.
Birlada la principal riqueza del Paraguay, sin solución de continuidad, sigue el alegato oficial para impedir a las nuevas generaciones de paraguayos consolidar sus reclamos al Brasil.
Aunque con deslumbrantes espejitos (becas, convenios estudiantiles, posgrados), Itaipú no es estudiado en universidades ni en colegios de la secundaria. Así, al desconocer la problemática, la mayor parte de la juventud tira al cesto de basuras el bono demográfico. Carecen de las herramientas para cuantificar el dolo perpetrado en el Tratado de Itaipú. Todo ello, abriendo la ancha avenida hacía la extrema pobreza.
Génesis de Itaipú
La angurria brasileña había alterado, en su principal tramo, la demarcación impuesta en el Tratado de límites de 1872 (firmado durante la ocupación de la alianza); más adelante ignoró, en enero de 1964, el pacto del presidente João Goulart para el aprovechamiento conjunto del río Paraná. Como si fuera poco invadió, en junio de 1965, el Salto del Guairá para incluirlo en sus dominios (logrado ilegalmente, en el Acta Final de Foz de Yguazú de 1966).
El nefasto Tratado de Itaipú de 1973, que desconoció los términos del Acta Final, son materias –entre otras tantas– que no forman parte de los currículos académicos estudiantil. Por todo ello, al no conocer los orígenes de Itaipú, se hace cuesta arriba defender los derechos del Paraguay en la revisión del Anexo “C” del Tratado, en el 2023.
La causa nacional
La causa nacional había convocado exitosamente al pueblo paraguayo en 1864. El conflicto se había desencadenado a fines de 1864, cuando Paraguay decidió acudir en ayuda del gobierno ejercido por el Partido Blanco del Uruguay (para ayudar en la defensa de Paysandú), en guerra civil contra el Partido Colorado apoyado por Brasil. El presidente López advirtió a los gobiernos de Brasil y la Argentina que consideraría cualquier agresión al Uruguay “como atentatorio del equilibrio de los Estados del Plata”. No obstante, tropas brasileñas invadieron territorio uruguayo en octubre de 1864. En el transcurso del tiempo, en diciembre de 1895, el presidente general Juan Bautista Egusquiza encomienda una misión diplomática en Europa al doctor Blas Garay Argaña (23). Abogado, historiador y periodista, cuyo principal objetivo era investigar en el Archivo de Sevilla todo lo atinente a los títulos, las cédulas, las provisiones y los mapas que acreditaban nuestra antigua e inveterada posesión pacífica del Chaco Boreal.
Obtenidos por Garay los títulos que acreditaban a Paraguay, prendió como causa nacional la defensa del Chaco paraguayo entre 1932-1935. El pueblo paraguayo sin distinción había asumido el grave compromiso.
A pesar del ninguneo oficial, que impide defender los derechos de Paraguay en Itaipú (no se puede defender lo que no se admite o no se conoce), permea en el ambiente la necesidad de aprovechar toda la potencia instalada correspondiente a Paraguay. Sin embargo, con excusas baladíes el socio condómino pretende continuar en lo mismo.
Una vez más aplica la causa nacional, que en sendas manifestaciones del pueblo, a lo largo y a lo ancho del país, nos exige el momento.

domingo, 7 de julio de 2019

Brasil impide levantar cabeza a Paraguay

La política brasileña de los hechos consumados, una práctica habitual

La crisis producida por los misiles soviéticos al apuntar territorio norteamericano -entre el 15 al 28 de octubre de 1962- y que colocara al mundo al borde de la catástrofe nuclear, es un claro ejemplo de “hechos consumados”.
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Foto de archivo de los desaparecidos Saltos del Guairá, cubierto hoy por el embalse de Itaipú.Archivo, ABC Color
Es la actitud que combina medios políticos y militares, para que unilateralmente una nación sin consentimiento o conocimiento previo, se dispone a romper el statu quo en perjuicio de la convivencia pacífica entre Estados.
La nación que produce los hechos consumados espera que por su poder (o por otra razón) la víctima no tomará acciones de represalia, protestas, quejas o la defensa de sus intereses. En última instancia, espera que la no reacción y el paso del tiempo legalicen el nuevo statu quo.
Esta política de los hechos consumados, desde el fin de la Guerra contra el Paraguay, es una práctica habitual de los Gobiernos brasileños.
Tanto el imperio brasileño como los Estados Unidos del Brasil y la República Federativa del Brasil, sin solución de continuidad, emplean con Paraguay la política del mbarete (de fuerza) o del hecho consumado.
Supuesto condominio
En el transcurso de la reciente historia, que culminara con la casi desaparición del pueblo paraguayo, Brasil transgredió los límites que impusiera a Paraguay en 1872, desviando de su curso el río Apa por el arroyo Estrella; posteriormente, mediante el Acta Final de Foz de Yguazú de 1966, sin ratificación parlamentara, consiguió en supuesto condominio las cataratas del Salto de Guairá.
El 19 de enero de 1964, para impedir el aprovechamiento conjunto del río Paraná, no reconoció el acuerdo de “Tres Marías” pactado por iniciativa del presidente João Goulart.
Desconociendo el Acta Final de Foz de Yguazú de 1966 (excepto el condominio del Salto) redactaron, con sus cómplices paraguayos, el Tratado de Itaipú de 1973. El documento, firmado en 1973 había logrado convertir al derecho de adquisición, de la energía no utilizada por Paraguay, en ancha avenida para obtener toda la energía posible de Itaipú.
Del igual modo conquistó, mediante una Nota Reversal, rubricada al mismo tiempo que el Tratado, el control total de la central hidroeléctrica omitiendo la cogestión paritaria que señalaba el Tratado.
La Corte Suprema de Justicia a través del Acuerdo y Sentencia Nº 280, de junio de 2011 (Fretes, Pucheta y Bajac), puso la guinda a la torta al blindar jurídicamente el emprendimiento binacional para convertirlo en otro Estado.
La sentencia declaraba la inconstitucionalidad de la Ley 1161/97 (que autorizaba a la ANDE informar a la Contraloría y al Parlamento sobre las binacionales hidroeléctricas). ABC Color editorializaba el desastre: “¿Habrán sobornado a miembros de la corte Suprema de Justicia?”
Para la apropiación indebida de Itaipú fue necesario construir una infraestructura que pudiera convertir y trasladar la energía paraguaya no utilizada. Su costo, representaría el 87,5% de la deuda vencida o espuria de US$ 4.193,5 millones. La colosal deuda vencida, no reconocida por la Contraloría paraguaya, supera ampliamente a la prestada, en 1975, por la estatal brasileña Eletrobras para la construcción de Itaipú (US$ 3.566 millones).
Habría que descontar US$ 525,5 millones (12,5%) de los US$ 4.193,5 millones por la venta, mediante una “tarifa social” (según Itaipú), de energía por debajo de su costo a las compradoras (ANDE 2%; Eletrobras 98%) durante 59 meses (marzo de 1985 y febrero de 1990).
Itaipú, para asegurar el suministro a la margen brasileña, había construido una precaria subestación en la margen paraguaya para no comprometer la cesión de energía.
Por todo ello, en mayo de 2008, un grupo de estudio energético, planteó a Brasil la necesidad de revisar el Tratado de Itaipú.
Paraguay reclamó seis puntos que debían considerarse: Soberanía energética, precio justo, deuda, cogestión plena, fiscalización de los órganos de control y terminación de obras.
Resuelta por ambos gobiernos la conformación de una mesa negociadora (caso inusual en Itamaratí)), las partes se reunieron en tres ocasiones, entre el 29 de setiembre de 2008 y el 19 de diciembre del mismo año.
Como resultado de la negociación, que consta en la Declaración del 25 de julio de 2009, ninguno de los puntos reclamados por Paraguay fue atendido.
Para morigerar el desaire, Brasil prometió triplicar la ínfima compensación; mejorar la precaria infraestructura de la subestación de la margen paraguaya; construir una línea de 500 kV; seccionar las líneas, que sin escalas, partían de la central a la sub estación brasileña.
Una vez cumplido, quedaba pendiente la comercialización por la ANDE de la energía paraguaya comercializada por la Eletrobrás en el mercado brasileño.
Hasta ahí los espejitos
En el 2023, resta lidiar con el socio condómino en la revisión del Anexo “C”. Todo, con el agravante de la inconstitucional y nociva Nota Reversal 2/17 (Ley 6135/18) que afectará las futuras negociaciones.
En efecto, la ínfima tarifa negociada por la energía paraguaya cedida en Yacyretá (US$ 11,1 el MWh) se constituirá en verdadero escollo en la determinación del precio justo de la energía cedida a Brasil.
No obstante, la cuestión es si el nuevo Gobierno brasileño estaría dispuesto a respetar los derechos de Paraguay o ¿apelaría, como le es habitual, a la política del mbarete o de hechos consumados?
Guairá
Mediante el Acta Final de Foz de Yguazú de 1966, sin ratificación parlamentara, consiguió en supuesto condominio las cataratas del Salto de Guairá.
juanantoniopozzo@gmail.com