Una luz al final del túnel
En los últimos 150 años, los hechos históricos testimonian que los derechos soberanos del Paraguay han sido permanentemente violados, tanto por el imperio como por los sucesivos gobiernos de Brasil. En el Tratado de límites de 1872, el imperio se apropió de más de 60.000 km2 de territorio nacional; por el Tratado de Permuta de 1903, la novel república brasileña confiscó territorios de Paraguay al norte de Bahía Negra. El Protocolo de 1930 produjo el milagro de convertir en brasileño el salto del Guairá, posteriormente confirmado en el Acta Final de Foz de Yguazú de 1966.
Pero el punto de inflexión de estas abusivas relaciones con Brasil quedó patente en el Tratado de Itaipú de 1973 al quedar legitimada la apropiación indebida de Itaipú.
En 2009, severamente cuestionada esta incautación, las Declaraciones presidenciales, resultantes de la mesa de negociación, hizo oídos sordos a los seis puntos reclamados por Paraguay.
Desde 1965, sin solución de continuidad, las fronteras limítrofes del Paraguay con Brasil vienen albergando abusivas poblaciones brasileñas que se manejan como en su propio país a vista y paciencia de autoridades nacionales incapaces de lidiar con esta voracidad.
No obstante, después de siglo y medio se avizora una luz al final del túnel. Patriotas como Pedro Ferreira y Fabián Cáceres ya no admiten un Acta Binacional perjudicial a la soberanía nacional, mucho menos la sumisa entrega de los intereses nacionales a un presunto socio, pérfido por donde se le mire.
Por todo ello, depende de nosotros una nueva independencia nacional.
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