lunes, 25 de febrero de 2013

ES NECESARIO RECUPERAR LA SOBERANÍA ENERGÉTICA

 General (R) Juan Antonio Pozzo Moreno
Publicado en ABC Color el domingo 24 de febrero de 2013
Itaipú es más que una central hidroeléctrica binacional, es el reflejo de la expansión brasileña a costa de sus vecinos desde que el “bandeirismo”, conformado por verdaderos piratas terrestres provenientes de Portugal, había cumplido su objetivo de desplazar violentamente poblaciones originarias para expandir su colonia en Sudamérica. Basada en la teoría del “Utis possidetis”, que sentaba derechos de posesión sobre las tierras ocupadas, la corona portuguesa se apropió de todo cuanto pudo.
/ ABC Color
“Las fronteras habían crecido y los villanos bandeirantes se tornaban héroes”, destaca Alfredo Boccia Romañach autor de “Paraguay y Brasil crónica de sus conflictos” (Editorial El Lector, 2.000 p.126).
El origen de Itaipú se remonta en el Tratado de Paz y de Límites de 1872, que legitimó la apropiación por el Imperio brasileño de más de 60 mil kilómetros cuadrados de territorio paraguayo, y culmina con el Tratado de Itaipú de 1973, que formalizó la cesión gratuita a la Eletrobrás de la hidroelectricidad no utilizada por el Paraguay.
Finalizada la Guerra Guazú, ocupada por las fuerzas invasoras, el país no tenía más alternativa que aceptar las imposiciones limítrofes de 1872, arregladas en el pacto secreto de la Triple Alianza el 1 de mayo de 1865.
En 1973, un siglo después, en un escenario diametralmente opuesto, el Paraguay, cómodamente posicionado en el Hemisferio Occidental, no se veía forzado a compartir el financiamiento de Itaipú, un proyecto diseñado al servicio de los intereses brasileños. La cesión de las aguas del Paraná a favor del emprendimiento, indispensable para la concreción de la obra, constituía más que un aporte a un vecino carente de fuentes más propicias para satisfacer su creciente demanda energética.
No obstante, con esas inmejorables ventajas el presidente Stroessner no tuvo reparos en resignar la cogestión paritaria, renunciar a la vigilancia de la margen derecha por elementos propios, y por si fuera poco, ceder el excedente energético, no por el precio justo acordado en el Acta final de Foz de Yguazú en 1966 sino a cambio de una inaudita compensación a cargo de la entidad binacional ¡de la que el Paraguay era parte!
La obligatoria asociación con la margen derecha nunca fue impedimento para que la Eletrobrás, forzando el derecho de adquisición dispuesto en el Tratado, se apropiara gratuitamente de la energía no utilizada por la ANDE.
Se puede afirmar, sin temor a equívocos, que con esta insensatez se configuró la entrega de la soberanía energética en Itaipú con el remanido argumento de la seguridad nacional que, en la realidad, escondía entre sus pliegues la sostenibilidad a toda costa del régimen imperante.
Estas abdicaciones, ratificadas por el dócil oficialismo del Congreso Nacional el 17 de julio de 1973, dejaban al descubierto el discurso patriotero que recitaban los ocasionales comensales de la entidad binacional.
Mateo Balmelli, en la misma línea de la legislatura que aprobó el Tratado de Itaipú, nos advierte que “Pretender forzar la situación para que un Estado reconozca que explotó y sustrajo riquezas de otro constituye un desaguisado al cual se apela cuando se está en condiciones de poder llevar el uso de la fuerza a la práctica” (BALMELLI, Mateo. 2011. Itaipú una reflexión ético-política sobre el poder. p.192).
De acuerdo con esta teoría, debido a nuestra débil capacidad disuasiva, las asimetrías favorables al socio condómino seguirán sin solución, continuidad y la receta del humillante statu quo seguirá invariable. Con el mismo criterio, Panamá no podría haber recuperado la propiedad de su canal, Palestina no podría haber adquirido la categoría de miembro observador de las Naciones Unidas y Paraguay seguiría prohibido en las organizaciones regionales por oponerse a gobiernos sin credencial democrática.
Al inhibirse el Paraguay de adquirir de Itaipú su propia energía para comercializarla en el mercado brasileño, desestimando el derecho de adquisición que le confiere el Tratado, renuncia de hecho a su soberanía energética. Lo mismo ocurre al no exigir su derecho sobre la mitad de la energía adicional a la garantizada.
Estos temas esenciales son vinculantes con el Mercosur, que ahora depende de la reincorporación paraguaya en el mercado regional como paso previo para el postergado acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.
En esta parte conviene recordar a la Cancillería nacional que la energía hidráulica no utilizada por Paraguay, negociada ventajosamente por la Eletrobrás, es un recurso más limpio y valioso que el petróleo, ideal instrumento de negociación para morigerar las históricas asimetrías con la margen izquierda.
Ensayar que el Paraguay aporta solo el agua para justificar la pérdida de soberanía es como decir que Venezuela aporta solo el petróleo para renunciar a la potestad sobre sus hidrocarburos. Al respecto, el coordinador de Entes Binacionales Hidroeléctricos (CEBH), ingeniero Ricardo Canese, a fines de abril de 2009, en un artículo titulado “Soberanía hidroeléctrica paraguaya”, escribió:
“Sería impensable que Petrobrás, si quiere explotar yacimientos de hidrocarburos en Venezuela, se atreva a sostener semejante despropósito en Venezuela, por más capital que ponga. Lo que tiene valor son los pozos de petróleo y no el capital que pueda poner una empresa (que cualquiera lo puede hacer)”.
Lamentablemente, la defensa de los intereses nacionales o la defensa nacional, sustentada en la diplomacia y en las fuerzas disuasivas, no tiene eco en una clase política que prefiere desmembrar los asientos de las instituciones encargadas de la seguridad y financiar mediante el Tesoro público millares de redundantes operadores políticos adscritos a justicia electoral antes que fortalecer los medios para una legítima defensa.
Se le suma la grave ausencia de una escuela formadora en el sector hidroeléctrico, con rango universitario, de negociadores profesionales calificados y patriotas.
Para colmo, los poderes estatales, violando la Constitución Nacional, contribuyen al desmantelamiento de las reservas de las fuerzas singulares a cambio de la certificación por razones proselitistas a aparentes objetores conciencia.
Lo que queda en claro es que el aprovechamiento por el Brasil de la riqueza industrial más importante del Paraguay obedece, casi en exclusividad, a la negligencia de las autoridades nacionales que no acaban de sacudirse de la permisiva política de la complacencia interesada.
Reflejo
La Itaipú es, más que una central hidroeléctrica binacional, el reflejo de la expansión brasileña a costa de sus vecinos.
Entrega
Se configuró la entrega de la soberanía energética en Itaipú con el remanido argumento de la seguridad nacional.
(*) Autor de los libros Itaipú, la apropiación indebida e Itaipú, una victoria bien brasileña.

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