domingo, 4 de agosto de 2013

Una breve reseña sobre Itaipú

La historia de un fraude 

Publicado el 4 de agosto de 2013 en el Suplemento Económico de ABC Color.
 
El Brasil, para la explotación en el tramo limítrofe de los recursos hidráulicos del Paraná, carente de alternativas, se vio obligado a asociarse con el Paraguay y simuló un aprovechamiento equitativo del caudaloso río.
El embuste está conectado con el Tratado Secreto de la Triple Alianza de 1865. El documento, para legitimar la requisa por el Imperio brasileño de unos 62.325 kilómetros cuadrados de territorio nacional, quedó protocolizado en el Tratado de Paz y límites de 1872.
Cien años después, en otro arreglo secreto formalizado en el Tratado de Itaipú de 1973, se ratificaba el condominio del Salto del Guairá hasta entonces paraguayo y se establecía la cesión gratuita de la energía no utilizada por el Paraguay a la Centrais Elétricas Brasileiras SA (Eletrobras) de la República Federativa del Brasil. Mañosamente, el costo de la compensación por la energía cedida se cargó a la generadora Itaipú.
De esta manera, el ocasional socio condómino, confabulado con los negociadores paraguayos, consiguió el control de Itaipú y se apropió de la energía paraguaya generada en la usina hidroeléctrica.
El régimen gobernante no solo aceptó el condominio de las cataratas del Salto, también cedió la electricidad excedente, resignó la cogestión paritaria y la vigilancia de la margen derecha.
Estas increíbles abdicaciones, ratificadas por la mayoría oficialista del Congreso Nacional el 17 de julio de 1973, fueron necesarias, según justificaban sus promotores, para preservar un ambiente libre de amenazas a la seguridad nacional.
En opinión de Luis María Ramírez Boettner, ministro de Relaciones Exteriores (1993-1996), el Tratado de Itaipú es un acuerdo justo. Paradójicamente, se vio involucrado en la gestión del nuevo estatuto de 1995 que intentaba corregir las escandalosas asimetrías de los estatutos anteriores. A pesar de la cuestionable equidad estatutaria, para el confiado excanciller “…el Tratado de Itaipú es sumamente favorable al Paraguay y constituye un acto de comprensión entre los dos países que buscan un entendimiento amplio para el desarrollo de ambas partes” (RAMÍREZ BOETTNER, Luis María. 2006. Memorias, p.85).
Por su parte, Efraín Enríquez Gamón, principal vocero de la mesa de negociaciones instalada en el 2008 que exigía la libre disponibilidad y el precio justo de la energía no utilizada por el Paraguay, en 1975 lisonjeaba al régimen que condujo con hermetismo las negociaciones previas al Tratado y conscientemente abdicó a la soberanía energética. No escatimaba elogios para resaltar que “Más, en lo que toca a la profundidad y extensión de la discusión del Tratado de Itaipú en el Paraguay, que es el aspecto del cual nosotros nos ocupamos, el crédito habría que abonar al Gobierno, en primer término; sencillamente porque haya permitido, conforme lo establecen las leyes, que el asunto se discuta en todos los niveles posibles” (ENRÍQUEZ GAMÓN, Efraín. 2007. 2ª Ed. Itaipú aguas que valen oro).
Más realista, Antonio Palazón Ibieta, presidente del Tribunal Ético Contra la Impunidad, advierte que el Tratado de Itaipú fue solo un medio con el que Stroessner “…logró su seguro con Itamaraty, quien luego lo protegió hasta su muerte” (PALAZÓN IBIETA, Antonio. 2010. Lágrimas y esperanzas de generaciones postergadas. p. 2).
No obstante, el ex director general paraguayo Mateo Balmelli, en la misma línea del pensamiento oficialista que aprobó el infortunado documento, advierte con aprensión que “Pretender forzar la situación para que un Estado reconozca que explotó y sustrajo riquezas de otro constituye un desaguisado al cual se apela cuando se está en condiciones de poder llevar el uso de la fuerza a la práctica” (BALMELLI, Mateo. 2011. Itaipú una reflexión ético-política sobre el poder. p.192).
Por otro lado, el abogado Eduardo De Gásperi plantea, como alternativa válida para la política internacional del Paraguay, la anulación del Tratado de Itaipú a la luz de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados. El jurista entiende el acuerdo como “…una desviación de la buena fe del objeto y fin del Tratado…”.
Hasta el momento, el Paraguay carece de un documento oficial que haga pública su posición ante la comunidad internacional sobre esta otra rapiña perpetrada por los gobiernos de facto brasileños y posteriormente ratificadas por los sucesivos gobiernos democráticos.
El periodista Armando Rivarola propone “designar a un diplomático paraguayo de probada experiencia e intachable reputación, con excelente dominio del inglés, que estudie profundamente el tema y se empape de la posición paraguaya, para que actúe de vocero, responda las preguntas de periodistas y funcionarios extranjeros, y defienda el documento en todos los ámbitos y foros que lo reclamen”. “Esta es una batalla, hay que actuar”, formula Rivarola. Por otro lado, el doctor Jeffrey Sachs nos recuerda que la parte de la deuda correspondiente al Paraguay ya fue suficientemente honrada, abriendo un escenario promisorio a las debidas reivindicaciones en Itaipú.
Leonino Tratado
En el leonino Tratado de Itaipú –que para esquivar los organismos de control estatal los abogados paraguayos rentados por la margen derecha construyeron un blindaje jurídico– se entregó más que la soberanía energética. También se dejó atado el desarrollo económico y social del país al arbitrio de los gobiernos brasileños que desde los años sesenta se encargaron de exportar miles de agricultores y ganaderos, reconocidos como brasiguayos, a la franja de seguridad fronteriza del territorio nacional.
Lo que queda en claro es que la sustracción por el Brasil de la riqueza industrial más significativa del Paraguay –conseguida sacrificando las cataratas del Salto, inundando vastas extensiones del bosque Atlántico, desarraigando más de treinta y seis poblaciones nativas hoy mendigos sin tierra, obstruyendo el río Alto Paraná–, con hondo impacto en su población más carenciada, sigue invariable, comprometiendo gravemente la independencia nacional tan trabajosamente consolidada por los padres de la Patria.
Itaipú es otro testimonio en los tiempos que corren de la expansión brasileña. Nuestro principal vecino, con mejor disimulo, sigue emulando a sus ancestros “bandeirantes” que desplazaron violentamente poblaciones nativas para expandir su colonia en Suramérica. “Las fronteras habían crecido y los villanos bandeirantes se tornaban héroes”, subraya Alfredo Boccia Romañach, autor de “Paraguay y Brasil, crónica de sus conflictos” (Ed. El Lector, 2.000 p.126).
José Bonifacio (1763-1838), patriarca de la independencia brasileña, lamentando las víctimas esclavas de los pueblos aborígenes y de color, sentenciaba: “Ninguna nación pecó tanto contra la humanidad como la portuguesa”. Nosotros agregamos: ninguna nación perjudicó tanto al Paraguay como la brasileña.
Rapiña
Paraguay carece de un documento oficial que haga pública su posición ante la comunidad internacional sobre esta otra rapiña perpetrada.
Espacio
Jeffrey Sachs nos recuerda que la deuda correspondiente al país ya fue suficientemente honrada, abriendo un espacio promisorio a reivindicaciones.

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