19 de Enero de 2014
Crónica de una catástrofe anunciada
A finales de agosto de 2005, el huracán Katrina, de categoría 5, con vientos superiores a 249 km/h según la escala Saffir-Simpson, impactó en las costas del Estado de Luisiana, arrasando gran parte de la ciudad de Nueva Orleans. Los fuertes vientos dañaron su infraestructura y produjeron una devastadora inundación.
En los primeros meses de 2013, para mejorar el rendimiento de la Central Hidroeléctrica Yacyretá se elevó el nivel del embalse del complejo, incluso hasta 83,70 metros en el eje Encarnación-Posadas. Hacía dos años que el embalse de la central hidroeléctrica operaba con un nivel superior al admitido en la Nota Reversal DM/DT/NR Nº 3 de 1989 (cota 83 msnm).
No obstante, justificaba el técnico Guillermo López Flores, miembro paraguayo del Consejo de la EBY, estos valores no son rígidos porque existe una Nota Reversal que establece la cota de 84 metros. “En muchas situaciones se toman determinaciones después de ponderar racionalmente beneficios, riesgos y costos. La operación a una cota limitadamente mayor que la nominal (por ejemplo 83,30 msnm), en forma temporal y ocasional, bajo condiciones controladas y tomando las debidas precauciones, es prácticamente normal. Si se produce el daño habrá que compensarlo debidamente”, expresó (ABC Color 19 de febrero de 2013).
Pese a la reacción de algunos diarios, técnicos y partidos políticos ante la temeraria decisión, el nivel se siguió manteniendo en 83,43 metros.
Ya en marzo de 2007, el Ing. José Luis Enciso Velloso, de feliz memoria, nos advertía por los medios de prensa sobre los riesgos que suponía la elevación improcedente del embalse del complejo hidroeléctrico (ABC Color 3 de marzo de 2007).
Refiriéndose a los extensos tramos de tierra de la represa, que al contener un espejo de agua que superaba el nivel previsto, decía que bastaría un viento de unos 130 kilómetros de velocidad para que cayera la represa como sucedió en Nueva Orleans por el efecto Katrina.
El Ing. Enciso Velloso, basado en minuciosos estudios, señalaba que en Yacyretá el nivel de embalse normal es de 82 metros sobre el nivel del mar. Más bien, afirmaba, entre 80 y 82,98 y no 83 metros como se sostiene oficialmente.
El nivel máximo de la presa, dijo, está determinado en 86 msnm, porque la velocidad del viento puede generar olas de 1,30 metros, que al subir por el talud se duplica a 2,60 metros y si le agregamos 0,20 metros de marea de viento harían un total de 2,80 metros. Manteniendo la altura del embalse a 82 msnm como lo estipula el Tratado, quedaba un margen de seguridad de 1,20 metros.
Sin embargo, sostenía, que por efecto del calentamiento de la tierra, no previsto en 1973, la velocidad del viento, que de 80 kilómetros por hora podría aumentar a 130, produciría una “revancha” de 5,70 metros superando en 1,70 metros el nivel de coronamiento de la presa. En esas condiciones afirmaba, a más de arrasar el dique, el agua se metería en Corrientes, Resistencia y la inundación llegaría hasta Buenos Aires.
El Ing. Enciso Velloso recomendaba, para conjurar la amenaza, que lo inmediato era respetar la cota máxima que está en el Tratado: 82 metros, pero como las olas serán más grandes, lo ideal sería que esa cota no pase los 81 metros, 80,50 metros y podíamos mantener en Encarnación 81,50 metros.
El prestigioso profesional insistía que incluso con 82 metros tendríamos problemas debido a la mayor velocidad de los vientos.
Ahora, cabe preguntarse: ¿vale la pena atender la demanda forzando las condiciones de seguridad de miles de habitantes ribereños del Paraná, ajenos a esta catástrofe anunciada? ¿Podrían los responsables justificar este innecesario riesgo que puede repetir la experiencia de Nueva Orleans?
(*) Autor de los libros “Itaipú, la apropiación indebida”, “Itaipú, una victoria bien brasileña” e “Itaipú, historia de un fraude”.
juanantoniopozzo@gmail.com
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