domingo, 20 de enero de 2013

Entre la conveniencia económica y la diplomacia

Por Juan Antonio Pozzo Moreno (*), Publicado en ABC Color el Domingo, 20 de enero de 2013.

De acuerdo con los que entienden en relaciones internacionales, la prioridad de la política exterior brasileña es la promoción de la unidad latinoamericana y de los intereses regionales en las cuestiones comerciales y ambientales, con decidido apoyo a la Argentina en el conflicto Islas Malvinas/Falkland Islands.







/ ABC Color
En segundo término destacan que Itamaraty trabaja en la articulación de los países emergentes, entre ellos Latinoamérica, como importante agrupación bajo su dirección en oposición a los países ricos. La presidenta Dilma Rousseff, asumiendo un liderazgo internacional, criticó el actual orden mundial, al anunciar que “no refleja la realidad: la fuerza emergente de los países en desarrollo. No refleja continentes enteros, como es el caso de América Latina o África” (discurso ante la asamblea nacional de Angola, en el marco de su visita por los países africanos publicado en miradas al sur el 23 de octubre de 2011).
Los entendidos consideran que, como consecuencia de la creciente rivalidad entre los EUA y la China continental, es probable que aumente la presión del pentágono para instalar bases militares en América del sur que puede ocasionar dificultades en el sector que Washington tiene establecido como su área de influencia inmediata. también estiman que los países de la alianza para el pacífico (México, Colombia, Chile y Perú) -algunos de ellos con gobiernos conservadores-, están muy interesados como vecinos en aproximarse al Mercosur para defender políticas que les son comunes. Citan como muestra:
- El caso del gobierno colombiano de Santos, que contrariando al expresidente Uribe, mejoró sus relaciones con Venezuela, visitó Cuba y abrió negociaciones con las FARC en La Habana;
- La relación no condicionada de Chile con los EUA, demostrada con su voto a favor de Palestina y el probable retorno de la centro-izquierda con Michelle Bachelet en las elecciones presidenciales de 2013; y
- El gobierno conservador de Ollanta Humala, de Perú, que cae simpático a los gobiernos bolivarianos y comparte con Brasil la integración económica del Amazonas, la construcción de rutas y de centrales hidroeléctricas.
Consideran a México y los países de América Central y el Caribe como los más dependientes de los EUA, principales obstáculos a los planes de Itamaraty, en tanto que Paraguay, con cualquier gobierno, depende mucho de Brasil y sus aliados.
El análisis soslaya la gran dependencia económica del Brasil de la Itaipú Binacional y la energía eléctrica de su socio condómino cedida gratuitamente a la Eletrobrás -para beneficiar accionistas sin compromisos con el pueblo de la margen izquierda- compensada con una simbólica tarifa por el Estado brasileño; también obvia el espíritu independiente que anima al Paraguay y quedó registrado en la nota enviada a la Junta de Buenos Aires el 20 de julio de 1811:
…“Este ha sido el modo como ella por sí misma, y a esfuerzos de su propia resolución, se ha constituido en libertad y en el pleno goce de sus derechos; pero se engañaría cualquiera que llegase a imaginar que su intención había sido entregarse al arbitrio ajeno, y hacer dependiente su suerte de otra voluntad. En tal caso, nada más habría adelantado, ni reportado otro fruto de su sacrificio que el cambiar unas cadenas por otras y mudar de amo”… “La Provincia del Paraguay, Excelentísimo señor, reconoce sus derechos, no pretende perjudicar aun levemente los de ningún otro pueblo, y tampoco se niega a todo lo que es regular y justo”.
Los padres de la patria guían con claridad a los gobiernos paraguayos que le habrían de suceder, sobre los principales lineamientos de la política exterior del Paraguay. La simple conveniencia económica, repetida con énfasis en los actuales discursos proselitistas direccionados a la opinión pública, que niega lo que es “regular y justo” como valores genuinos destacados por los próceres de mayo, no es válida como argumento para suscitar la integración de conglomerados que en vez de la razón jurídica privilegian la razón económica.
En realidad, la política exterior brasileña para América Latina -que aparenta promover la idea de la buena vecindad combinando la defensa de la democracia y la no intervención- en sintonía con los gobiernos proclamados como progresistas, asumió la salida de Lugo como un golpe institucional y aisló diplomáticamente al gobierno de Federico Franco para ingresar a Venezuela en el Mercosur “por la ventana” (ABC Color 31 de julio 2012), pese a la objeción del Senado paraguayo. No obstante, las duras sanciones comerciales pretendidas por los gobiernos bolivarianos, como las impuestas por los Estados Unidos a Cuba y a Irán, que abrirían precedentes capaces de justificar embargos criticados por Brasil, fueron infructuosas.
Por otro lado, las fuerzas brasileñas destacadas en Haití desde el 2004, con auspicios de las Naciones Unidas, son consideradas en el análisis como un problema heredado del gobierno de Lula, agravado por el terremoto del 2010 y la posterior epidemia de cólera introducida probablemente por soldados nepaleses de la Minustah. Las protestas de los haitianos sobre la inutilidad de la presencia de la tropa extranjera, según se entiende, desdibujaron el objetivo inicial diplomático brasileño de proyectarse como fuerza capaz, interesada en beneficio de la estabilidad mundial, distanciando más su candidatura como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Destacan que para Itamaraty hubiese sido mejor la política “soft power” o de “hegemonía suave”; es decir, programas de cooperación humanitaria y técnica como por ejemplo en Haití y países de África y Asia (alimentos y medicamentos para Etiopía, Mozambique, Corea del Norte, Gaza y a refugiados afganos en Irán y Pakistán). Mediante esta estrategia Brasil sería reconocido y prestigiado en el mundo de los no alineados y su “cooperación humanitaria”, quedaría libre de exigencias políticas como en las “ayudas humanitarias” ofrecidas por los EUA.
Estiman que iniciativas como la fundación del G-20 de los países emergentes en el 2003, el Unasur en el 2008, la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en el 2010, las infructuosas tentativas de mediación nuclear entre los países occidentales e Irán, las negociaciones entre Israel y Palestina marcan una política de independencia y protagonismo brasileño, creando la conciencia de una nueva diplomacia.
Las precedentes observaciones recogidas de la revista brasileña Carta Capital, publicada a principios de enero de 2013, también incluyen en su contenido que hace diez años Brasil abdicó a cualquier liderazgo en Latinoamérica por la ineficiencia de Itamaraty, que delegó esta función a la diplomacia bolivariana. La revista puntualiza que si hay una deficiencia hoy en Itamaraty se debe a su exceso de discreción. Dice que para evitar asumir posiciones explícitas, el pragmatismo del gobierno de Dilma causa la impresión de tratar las relaciones exteriores como asuntos de diplomáticos y de economistas. Advierte que hay un aparente retroceso, no obstante, el enfoque tecnocrático que puede evitar muchos errores y mal entendidos tiende a reducir los malestares en relación con las potencias occidentales. Pero también puede impedir los grandes aciertos que ayudarían a clarificar sus posiciones.
Finalmente, el semanario se pregunta si cambiaría la situación con la desaparición del teniente coronel Hugo Chávez. La expectativa es grande, sin dudas habría que barajar de nuevo.
Análisis
El análisis soslaya la gran dependencia económica del Brasil de la Itaipú y de la energía eléctrica de su socio condómino ...
Gratuito
Esa energía es cedida gratuitamente a Eletrobrás para que beneficie a accionistas sin compromisos con el pueblo brasileño.
No válido
La simple conveniencia económica (...) no es válida como argumento para suscitar la integración de grupos privilegian la economía.
(*) Autor de los libros Itaipú la apropiación indebida e Itaipú una victoria bien brasileña.

juanantoniopozzo@gmail.com

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