lunes, 1 de abril de 2013

EL VERDADERO PODER ES EL SERVICIO

31 de Marzo de 2013

 

El verdadero poder es el servicio

Chile es el mayor productor de cobre del mundo. Representa un poco más del 40% de sus exportaciones, siendo su mayor fuente de ingreso. El país andino produce actualmente más de un tercio del cobre mundial.
Sin dudas, la verdadera copa por la cual debe competir el Paraguay es la consigna que está plasmada en el cartelón: ¡Justicia en Itaipú!
Sin dudas, la verdadera copa por la cual debe competir el Paraguay es la consigna que está plasmada en el cartelón: ¡Justicia en Itaipú! / ABC Color
Por otro lado, también la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tiene reconocido a Venezuela como el mayor productor de petróleo en el mundo, superior a la producción de crudo de Arabia Saudita.
De acuerdo con datos provenientes de la Comisión de Integración Energética Regional (CIER), institución que compila información estadísticas de sus socios de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, la posición energética de Paraguay en el Mercosur es extremadamente importante.
Paraguay, con una generación de energía eléctrica de 53.715 GWh, equivalente al 8,7% de la región, (Brasil genera el 71,3%, Argentina el 18,6%, y Uruguay el 1,5%) se constituye en el principal exportador de energía hidroeléctrica.
El superávit de energía eléctrica que mantiene Paraguay de aproximadamente 45.415 GWh permite a Brasil  y Argentina compensar sus déficits de energía de 36.300 GWh y de 2.400 GWh, respectivamente. Según dicha comisión la magnitud del excedente de energía de Paraguay es inmensa en términos regionales.
Resumiendo, la hidroelectricidad es para el Paraguay lo que es el cobre para Chile y el petróleo para Venezuela.
Lamentablemente, nuestra hidroelectricidad poco aporta al desarrollo de nuestro país al no poder disponer de sus superávits energéticos provenientes de las binacionales Itaipú y Yacyretá.
Sirva de ejemplo la Eletrobras, que asumiendo de propietario, comercializa en el mercado brasileño por el doble de su costo la hidroelectricidad paraguaya adquirida en Itaipú con pingües beneficios. Está demás decir, que por una interpretación amañada del derecho de adquisición, igual para las partes, la multinacional brasileña se apropia gratuitamente de la electricidad que es compensada ínfimamente por el Tesoro brasileño.
La libre disponibilidad tiene que ver con la potestad de la ANDE de adquirir toda la energía hidroeléctrica generada en la usina de Itaipú correspondiente al Paraguay. A pesar de que el Artículo XIII del Tratado que, reconoce “a cada uno de ellos el derecho de adquisición de la energía no utilizada por el otro país para su propio consumo”, la normativa solo se aplica a favor de la Eletrobras.
El inmenso daño que causan estos socios condóminos al desarrollo económico y social del Paraguay solo puede compararse al holocausto genocida de 1870, cuyos antecedentes están celosamente guardados en los archivos nacionales brasileños.
Nunca está por demás, en breve recuento, resaltar nuestra histórica relación con su principal protagonista.
El senador Randolfe Rodríguez del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), durante la discusión en el Senado sobre la triplicación de la compensación, lo resumió: “Nosotros hicimos la guerra, y torcemos el resultado. Nosotros exterminamos el 75% del pueblo paraguayo, nosotros exterminamos el 96,56% de la población masculina del Paraguay en el siglo XIX ¿Todo eso en nombre del pueblo brasilero? ¡No! Fue todo eso en nombre del banco, de las libras esterlinas que nosotros producimos en el siglo XIX. ¿Y nosotros? ¿No podemos recordar eso aquí? ¡Nosotros tenemos que recordar!”, reclamó el senador.
Los tiempos políticos electorales que corren exigen conocer más profundamente nuestras relaciones con el vecino de mayor magnitud. En especial, los proponentes a la primera magistratura. Uno de ellos oportunamente deberá administrar los intereses nacionales.
Desde la colonia, a comienzos del siglo XVI, nos tocó lidiar con un vecino gobernado por dirigentes insaciables y faltos de escrúpulos provenientes de Portugal. Poco apegados al derecho internacional, para extender sus dominios recurrieron a bandeirantes, verdaderos piratas terrestres, violentos criminales que sin ambages arrasaron con las poblaciones nativas.
Más tarde, transformado en Imperio del Brasil, sus más notables estrategas en contubernio con sus similares del Plata, durante el asedio a la Banda Oriental en 1864, pactaron la triple alianza que asoló a la progresista primera república sudamericana.
En 1865, con esclavos de color obligados a combatir en una contienda que no entendían, organizó la base del ejército imperial que sustrajo del Paraguay vastas extensiones de territorio después de inmolar la totalidad de su población activa determinada a no rendir su estandarte.
En plena guerra, en noviembre de 1867, el marqués de Caxías imploraba, en una correspondencia aunque infructuosamente, la paz a Pedro II porque la campaña del Paraguay aparentemente imposible por la acción de las armas, también lo era porque “… el oro, Majestad, es materia inerte contra el fanatismo patrio de los paraguayos…”.
Un siglo después, en 1965, a instancias del régimen de facto, desconociendo los acuerdos arribados con el depuesto presidente João Goulart, tropa de los EE.UU. del Brasil invadió Puerto Renato para apoderarse del Salto del Guairá, enclavado en territorio paraguayo.
En 1973, los gobernantes de la República Federativa del Brasil, con la anuencia del Gobierno paraguayo, gestaron el fraudulento Tratado de Itaipú desestimando el Acta de Foz de Yguazú de 1966.
En junio de 2012, reeditando la triple alianza, promovió la suspensión del Paraguay en el Mercosur.
No obstante el nefasto recuento histórico, el Paraguay debe convivir manteniendo en alto su dignidad forjada “…en el estridor de las Armas” (Arthur H. Davis) con circunstanciales gobernantes hipócritas que se valen odiosamente del poder no para el bien común, la solidaridad, la fraternidad o la integración regional sino como instrumento para sojuzgar.
Bien lo aclara el papa Francisco al expresar que “El verdadero poder es el servicio”. Sin embargo, deberá recalcarlo próximamente en Río de Janeiro para aquellos poderosos de turno que aún se niegan a reconocerlo.
(*) Autor de los libros Itaipú, la apropiación indebida e Itaipú, una victoria bien brasileña.
juanantoniopozzo@gmail.com

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