domingo, 7 de abril de 2013

LA TRISTE HISTORIA DE UNA DEFECCIÓN (Parte I)

07 de Abril de 2013

 

La triste historia de una defección (1)

El viernes 26 de este mes, el Tratado de Itaipú cumple 40 años, una nueva oportunidad para que hagamos un balance completo de todo lo que Paraguay perdió con esta colosal obra. El general (R) Juan Antonio Pozzo Moreno, con este nuevo trabajo, cuya primera parte ofrecemos hoy, busca ayudarnos en este importante recuento que los paraguayos debemos realizar, con mayor razón en esta coyuntura preelectoral, hasta que recuperemos nuestra soberanía en ambas hidroeléctricas. Leamos el artículo.
Complejo hidroeléctrico de Itaipú. De izquierda a derecha, el vertedero, la presa principal y casa de máquinas, presa lateral izquierda y, detrás, el embalse.
Complejo hidroeléctrico de Itaipú. De izquierda a derecha, el vertedero, la presa principal y casa de máquinas, presa lateral izquierda y, detrás, el embalse. / ABC Color

La historia de Itaipú está íntimamente ligada con la guerra librada por el Paraguay en contra de Argentina, Brasil y Uruguay entre 1864 y 1870.
El conflicto armado, que se pretende atribuir a Inglaterra, ya lo venía proponiendo la alianza desde el 14 de diciembre de 1857 en el “Protocolo de entendimiento para la guerra contra el Paraguay, Argentina y Brasil”. El documento, rescatado de la biblioteca del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina lleva la rúbrica de Santiago Derqui y Bernabé López de la Confederación Argentina, y José María da Silva Paranhos del Imperio del Brasil.
Culminada la Guerra Guasu en 1870, la triple alianza obligó a reconocer al Paraguay, en total devastación, la deuda de guerra y los fraudulentos Tratados de límites de 1872, con Brasil, y de 1876, con Argentina, arreglados en el Tratado Secreto de la Triple Alianza del 1 de mayo de 1865.
En ambos instrumentos diplomáticos se formalizó el robo de unos 150.000 kilómetros cuadrados de territorio nacional. Las nuevas demarcaciones fronterizas reflejaban las históricas aspiraciones de argentinos y brasileños de incorporar a sus patrimonios vastas extensiones territoriales del Paraguay.
En esta repartija, el Salto del Guairá, ubicado en territorio paraguayo, no fue puesto en entredicho. El Tratado Loizaga-Cotegipe de 1872, que fijó los límites de la Región Oriental con Brasil, en ningún momento lo puso en discusión.
Más tarde, en 1927, el Tratado Ibarra-Mangabeira ratificó como límite de la Región Occidental el río Paraguay desde el río Apa hasta la Bahía Negra. Como consecuencia de dicho Tratado, a instancias de Brasil, en 1930 se firmó el Protocolo Moreno-Mangabeira que reabrió la demarcación de la frontera pactada en 1872. No obstante, los trabajos redemarcatorios realizados por la Comisión de Límites demostraron fehacientemente que las altas cumbres del Mbaracayú coincidían con el ramal norte de la serranía que toca el río Paraná cerca de la primera caída de las cataratas del Salto dejando el Salto del Guairá en territorio paraguayo.
Según el historiador e investigador compatriota Efraím Cardozo, “fue en esta ocasión que el Brasil, por primera vez, articuló pretensiones sobre la totalidad de los Saltos, exhibiendo un mapa que carece de todo valor jurídico para modificar el Tratado”. El potencial hidroeléctrico que representaban las cataratas del Salto de Guairá no pasaba desapercibido para los técnicos que recomendaron su explotación, instalando la controversia sobre su posesión, como solución a la creciente demanda energética brasileña.
Recién en 1962, por informes publicados en el “Jornal do Brasil”, el Gobierno paraguayo pudo percatarse de las intenciones del vecino país de aprovechar unilateralmente el ya controvertido accidente natural, cuya posesión no acababa de definir la Comisión de Límites.
Las protestas diplomáticas no se hicieron esperar. En respuesta, el presidente Joao Goulart se comprometió en que “ni una sola estaca se pondría para estas obras sin acuerdo pleno con el Paraguay”. Consecuente con su promesa, el mandatario brasileño acordó con el presidente paraguayo, en enero de 1964, en la hidroeléctrica “Tres Marías”, Minas Gerais, el aprovechamiento conjunto del potencial hidroeléctrico de las cataratas del Salto del Guairá.
Sin embargo, la incómoda tendencia progresista de Goulart, inaceptable en la región desde la instalación en Cuba en 1962 de los misiles nucleares soviéticos, provocó un golpe militar que lo destituyó en marzo de 1964. Para la actual ministra de Derechos Humanos de Brasil, Clara do Rosario Nunes, “existe la posibilidad muy clara de que Joao Goulart haya sido asesinado” durante su exilio en la Argentina en 1976.
El prepotente gobierno de facto brasileño, ignorando el compromiso de Minas Gerais, invadió en junio de 1965 territorio paraguayo frente a la zona aún no remarcada para apropiarse del Salto y poner en marcha su exclusivo proyecto. Por paradójico que parezca, por entonces ya estaba en claro que el aprovechamiento no era posible sin abarcar el tramo del río Paraná hasta el punto en que desemboca el río Yguazú.
Imprevistamente, mediante la oportuna intervención del presidente Lyndon B. Johnson de los Estados Unidos, los cancilleres Juracy Magalhaes y Raúl Sapena Pastor lograron convenir el 22 de junio de 1966 el Acta Final de Foz de Yguazú, y como primera medida fueron desalojados los cuatro batallones brasileños instalados en territorio nacional.
Varios factores contribuyeron en este inusual pacto que involucraba al Departamento de Estado norteamericano, entre ellos, la excesiva presión sobre Itamaraty del gobierno militar y la intervención en Santo Domingo de las Fuerzas Interamericanas de Paz. Contingentes norteamericanos, brasileños, paraguayos, hondureños y costarricenses fueron convocados por el Consejo Permanente de la OEA para impedir la instalación de otro régimen identificado con la Unión Soviética en el hemisferio.
La invasión del Paraguay por tropa hasta entonces amiga, que defendía intereses comunes en República Dominicana, era incompatible con la percepción de Itamaraty y comprometía gravemente la política de seguridad hemisférica de los Estados Unidos.
En Foz de Yguazú se resolvió acordar el condominio del Salto y el aprovechamiento conjunto de su potencial hidroeléctrico. La energía eléctrica, eventualmente “… producida por los desniveles del río Paraná, desde inclusive el Salto del Guairá o Salto Grande de las Siete Caídas hasta la boca del río Yguazú…” sería dividida en partes iguales entre los dos países. El aprovechamiento igualitario de los recursos del río Paraná, seguido con interés por el secretario de Estado Dean Rusk y registrado en el Acta Final de 1966, fue alevosamente alterado unos años después en el Tratado de Itaipú de 1973.
Ligada
La historia de Itaipú está íntimamente ligada a la guerra librada por el Paraguay en contra de Argentina, Brasil y Uruguay.
En Foz
En Foz de Yguazú se resolvió acordar el condominio del Salto y el aprovechamiento conjunto de su potencial hidroeléctrico.
(*) General (R). Autor de los libros Itaipú, la apropiación indebida e Itaipú, una victoria bien brasileña.

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