06 de Julio de 2014 | LA INCONCLUSA GUERRA DEL 70
En Itaipú y en Yacyretá sigue la ocupación de la Alianza
Desde la colonia, a comienzos del siglo XVI, nos tocó lidiar con un vecino gobernado por dirigentes insaciables y faltos de escrúpulos provenientes de Portugal. Poco apegados al derecho internacional que, para extender sus dominios, recurrieron a bandeirantes, verdaderos piratas terrestres, violentos criminales que arrasaron las poblaciones nativas y sus dominios.
Más tarde, transformado en Imperio de Brasil, sus más notables estrategas, en contubernio con sus similares del Plata, durante el asedio a la Banda Oriental en 1864, pactaron la triple alianza, inspirados en el Protocolo de 1857, que desde mucho antes creó la coalición para someter al Paraguay.
En 1865, con esclavos de color obligados a combatir en una guerra que estos no comprendían, se organizó la base del ejército imperial, que se apropió, con apoyo de su similar argentino y uruguayo, de vastas extensiones de territorio paraguayo, luego de inmolar a la totalidad de su población activa, determinada a no rendir su estandarte porque, según su comandante, el marqués de Caxías, “… el oro, Majestad, es materia inerte contra el fanatismo patrio de los paraguayos ...”.
Un siglo después, en 1965, a instancias del régimen de facto que desconoció los acuerdos arribados con el depuesto presidente João Goulart, tropa de los EE.UU. del Brasil invadió Puerto Renato para apoderarse del Salto del Guairá, enclavado en territorio paraguayo.
En 1973, el Gobierno de la República Federativa del Brasil, con la complacencia del Gobierno paraguayo, diseñó el leonino Tratado de Itaipú fuera de los términos del Acta de Foz de Yguazú de 1966. Este acuerdo sirvió de fachada legal para aparentar un aprovechamiento binacional igualitario de la producción eléctrica al que el Paraguay puede apenas acceder a menos de una quinta parte.
Todo ello porque el tratado y las obras del emprendimiento fueron diseñados exclusivamente en función de los intereses brasileños. Otro tanto se repetía en el Tratado de Yacyretá.
En junio de 2012, en pleno siglo XXI, Brasil, con sus aliados históricos (Argentina, Uruguay), promovió arbitrariamente la suspensión del Paraguay en el Mercosur.
A pesar de este nefasto recuento, el Paraguay debe seguir conviviendo con sus vecinos, manteniendo en alto una dignidad conquistada “… en el estridor de las armas”, como bien lo expresara el embajador Arthur H. Davis en su libro “Martin T. Mc Mahon, diplomático en el estridor de las armas”.
Finalmente, ¿existe el genuino deseo de recuperar nuestra secuestrada soberanía energética en las binacionales?
Aparentemente, no. El tema eminentemente jurídico, pero también transversal a los ámbitos diplomáticos y económicos, no se asume como una causa nacional en las colegiaturas de profesionales, tanto en el Colegio de Abogados, de ingenieros, de economistas, etc.
Las veces que algún interés demostraron en Itaipú fue para sacar provecho como funcionarios, contratados, proveedores y furgón de cola de lujo, no precisamente para salvaguardar los intereses nacionales.
El “blindaje” jurídico, iniciativa del Gobierno paraguayo con abogados paraguayos en 1997, corroborado por la Sala Constitucional de la Corte en el 2011 -para impedir que el Congreso Nacional y la Contraloría General de la República escruten la entidad binacional-, es un buen ejemplo de ello.
Es también la prueba de que siguen vigentes, en versión más actualizada, los legionarios vendepatrias.
Intereses
El tratado y las obras del emprendimiento fueron diseñados exclusivamente en función de los intereses brasileños. Otro tanto se repetía en Yacyretá
(*) Autor de los libros: Itaipú, la apropiación indebida. Itaipú, una victoria bien brasileña e Itaipú, historia de un fraude.
juanantoniopozzo@gmail.com
En 1865, con esclavos de color obligados a combatir en una guerra que estos no comprendían, se organizó la base del ejército imperial, que se apropió, con apoyo de su similar argentino y uruguayo, de vastas extensiones de territorio paraguayo, luego de inmolar a la totalidad de su población activa, determinada a no rendir su estandarte porque, según su comandante, el marqués de Caxías, “… el oro, Majestad, es materia inerte contra el fanatismo patrio de los paraguayos ...”.
Un siglo después, en 1965, a instancias del régimen de facto que desconoció los acuerdos arribados con el depuesto presidente João Goulart, tropa de los EE.UU. del Brasil invadió Puerto Renato para apoderarse del Salto del Guairá, enclavado en territorio paraguayo.
En 1973, el Gobierno de la República Federativa del Brasil, con la complacencia del Gobierno paraguayo, diseñó el leonino Tratado de Itaipú fuera de los términos del Acta de Foz de Yguazú de 1966. Este acuerdo sirvió de fachada legal para aparentar un aprovechamiento binacional igualitario de la producción eléctrica al que el Paraguay puede apenas acceder a menos de una quinta parte.
Todo ello porque el tratado y las obras del emprendimiento fueron diseñados exclusivamente en función de los intereses brasileños. Otro tanto se repetía en el Tratado de Yacyretá.
En junio de 2012, en pleno siglo XXI, Brasil, con sus aliados históricos (Argentina, Uruguay), promovió arbitrariamente la suspensión del Paraguay en el Mercosur.
A pesar de este nefasto recuento, el Paraguay debe seguir conviviendo con sus vecinos, manteniendo en alto una dignidad conquistada “… en el estridor de las armas”, como bien lo expresara el embajador Arthur H. Davis en su libro “Martin T. Mc Mahon, diplomático en el estridor de las armas”.
Finalmente, ¿existe el genuino deseo de recuperar nuestra secuestrada soberanía energética en las binacionales?
Aparentemente, no. El tema eminentemente jurídico, pero también transversal a los ámbitos diplomáticos y económicos, no se asume como una causa nacional en las colegiaturas de profesionales, tanto en el Colegio de Abogados, de ingenieros, de economistas, etc.
Las veces que algún interés demostraron en Itaipú fue para sacar provecho como funcionarios, contratados, proveedores y furgón de cola de lujo, no precisamente para salvaguardar los intereses nacionales.
El “blindaje” jurídico, iniciativa del Gobierno paraguayo con abogados paraguayos en 1997, corroborado por la Sala Constitucional de la Corte en el 2011 -para impedir que el Congreso Nacional y la Contraloría General de la República escruten la entidad binacional-, es un buen ejemplo de ello.
Es también la prueba de que siguen vigentes, en versión más actualizada, los legionarios vendepatrias.
Intereses
El tratado y las obras del emprendimiento fueron diseñados exclusivamente en función de los intereses brasileños. Otro tanto se repetía en Yacyretá
(*) Autor de los libros: Itaipú, la apropiación indebida. Itaipú, una victoria bien brasileña e Itaipú, historia de un fraude.
juanantoniopozzo@gmail.com
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