viernes, 10 de junio de 2016

La falta de patriotismo causa estragos en el país

10 DE JUNIO DE 2016


¿Son patriotas nuestros dirigentes?

El patriotismo es el sentimiento que nos vincula con la patria. Es el afecto, el amor que sentimos por la tierra paraguaya, igual que el de aquellos que la adoptaron como suya. Es el solar que con derroche de sacrificios fortaleció sus valores, su cultura y su historia. Es el orgullo que al invocarla nubla los ojos y acelera el corazón.
Para mejor caracterización del desbordante patriotismo en defensa de la patria, ignorado en los tiempos que corren, acudimos al mariscal y estadista del Imperio del Brasil Luis Alves de Lima e Silva (1803-1880).
Caxías, de quien se trata, tres veces presidente del Consejo de Ministros y comandante del Ejército brasileño durante la Guerra Guasu (1864-1870), fue un oficial egresado de la Academia Militar de Río de Janeiro. Una vez cumplida su misión, solicitó a don Pedro II su desvinculación del teatro de operaciones.
En parte de su extensa carta-renuncia del 18 de noviembre de 1868, desde su puesto de comando en Tuyucué, describió a su emperador a su altivo contendor, el ciudadano paraguayo:
“(…) Todos los encuentros, todos los asaltos, todos los combates existentes desde Coimbra y Tuyutí, muestran y demuestran de una manera incontestable que los soldados paraguayos están caracterizados por una bravura, por un arrojo, por una intrepidez y por una valentía que raya en la ferocidad, sin ejemplo en la historia del mundo”. Añadía, en otra parte de su misiva, el importante oficial enemigo: “… Es necesario decirlo porque es la verdad, lo que viene a formar un conjunto que constituye esos soldados en un soldado extraordinario, invencible, sobrehumano”.
Lamentablemente, la ferocidad con que se acostumbraba a defender los intereses patrios quedó en la historia. Hoy, en los negocios del Estado paraguayo con sus similares, son perceptibles actitudes pusilánimes que rayan con el contubernio.
En Itaipú, principal riqueza industrial del país, pese al abusivo e insaciable socio, nuestra diplomacia se esfuerza en sostener el conservador statu quo. En ambas binacionales hidroeléctricas tan siquiera atinan a reclamar el descarado robo de la producción a través de Garabí. Se ocupan más de la cogestión, ya suficientemente definida, que de la imperativa revisión para el restablecimiento del Anexo “C” del Tratado.
Nuestros dirigentes, apoyados en técnicos que dicen ser paraguayos, no hesitan en justificar estas descaradas rapiñas. Todos ellos con los plácemes de la justicia que se encarga de impedir el escrutinio público de estos entes que transformaron en Estado.
Los ejemplos abundan:
- La Nota Reversal de 1992 o la Novación del año 2006, impropias por donde se las mire;
- El abusivo desvío por Garabí, explicado como eficiencia energética, o la expresión genuina de la Integración Energética Regional (SWAP);
- El temerario aumento, en Yacyretá, de la cota por encima de los 83 metros, induciendo a la catástrofe, carece de importancia.
Pero hay más. En la página 192 de libro “Itaipú, una reflexión ético-político sobre el poder”, Mateo Balmelli nos repite un concepto tal vez exitoso en el Medioevo, actualmente fuera de la realidad: “Pretender forzar la situación para que un Estado reconozca que explotó y sustrajo riquezas de otro constituye un desaguisado al cual se apela cuando se está en condiciones de poder llevar el uso de la fuerza a la práctica”.
Con esta política errática, que pretende ser de seguridad nacional, solo resta congraciarse con el más débil, el convidado de piedra, la población.
Aunque parezca insólito, está ocurriendo en Asunción, en el área verde del Jardín Botánico, donde se pretende crear un barrio para un grupo de habitantes afectados por la avenida Costanera Norte. El proyecto no es malo solo que el lugar, por destruir el ambiente, no es el más apropiado.
En efecto, atropellando la legalidad, al mando de Itaipú, comenzaron los trabajos en el predio que ocupa el histórico RC 4 “Acá Carayá”. El eslabón más frágil de la cadena, solución ideal en manos de políticos populistas.
Además del crimen ecológico, se agrega la posibilidad de que tales obras creen otro conflicto más entre poderes, habida cuenta que en el Congreso se encuentra actualmente un proyecto de ley que declara dicho predio como área silvestre protegida. No obstante, una vez más la ley iría por el caño y los hechos consumados ya no podrán revertirse.
Todo lo dicho nos lleva a cuestionar el patriotismo histórico que caracterizó al paraguayo. ¿Estamos tan lejos de lo que sentenció Caxías?
¿Cuándo se frenará este desatino?
juanantoniopozzo@gmail.com

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