jueves, 21 de enero de 2016

Aprobación y ratificación sin estudio

21 DE ENERO DE 2016


A ojo de buen cubero

Lo empleamos para expresar que una cosa está hecha a bulto. Los cuberos o fabricantes de cubas no tenían posibilidad de medir exactamente la capacidad de la cuba que fabricaban, las hacían una por una y su capacidad no era exactamente igual en cada cuba. Sólo un buen cubero tenía una cierta habilidad para calcular aproximadamente las capacidades de las cubas procedentes de diferentes lugares.
En efecto, haciendo un parangón con los negociadores paraguayos que consintieron el Tratado de Itaipú de 1973 –en realidad un contrato de concesión por cincuenta años de la energía paraguaya– obviando reflexivos estudios, a bulto, se adecuaron a los intereses de Itamaratí.
Tampoco le dieron importancia los congresistas del oficialismo limitándose a asentir las proposiciones del ocasional socio condómino.
En vez de un tratado, que pudiera formalizar el pacto de Foz de Yguazú rubricado en 1966 por los cancilleres de Paraguay y Brasil, ratificaron la concesión durante medio siglo de la principal riqueza industrial del Paraguay: la mitad de la producción energética de Itaipú.
Para la irresponsable cesión, los representantes paraguayos, sin mucho ruido, fabricaron “cubas” no paraguayas sino brasileñas.
Al respecto, el general Víctor Segovia Ríos en el prólogo de “Itaipú, una victoria bien brasileña”, editado en el año 2011, nos refresca la memoria al señalarnos que “El más célebre de los paraguayos vendepatrias es sin lugar a dudas el expresidente de la República Cándido Bareiro, quien con su ministro de Relaciones Exteriores, José Segundo Decoud, entregaron campantemente a Bolivia la mitad de nuestro Chaco, en octubre de 1879, apenas cinco meses después de haberlo recuperado del dominio argentino mediante el justiciero Laudo Hayes, entrega finalmente impedida mediante el patriotismo de los miembros del Congreso nacional que se negaron a ratificar el ignominioso tratado”.
Sigue memorando el general Segovia Ríos “Un siglo después… apareció en el escenario nacional un digno émulo: Alfredo Stroessner, el gran traidor que contra la voluntad del pueblo paraguayo entregó al Brasil la soberanía paraguaya en el estratégico emprendimiento energético binacional de Itaipú, aceptando el leonino Tratado que a su gusto y paladar redactaron los brasileños para exclusivo provecho de su país, en grave detrimento de los legítimos intereses paraguayos. Así como Bareiro tuvo a su canciller Decoud como lacayo, Stroessner lo tuvo al ingeniero Enzo Debernardi como el suyo”. En su Informe final, las conclusiones de célebre economista Jeffrey Sachs confirma el despojo: detalló con precisión y exactitud la medida del fraude en Itaipú. El estudio del experto del Columbia Vale Center, a disposición de las autoridades nacionales, es la antítesis del vai vai (a la ligera, superficialmente) o del impreciso ojo del buen cubero. Porque en los tiempos que nos toca vivir la sola intuición ya no es suficiente.
juanantoniopozzo@gmail.com

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