domingo, 23 de octubre de 2016

Los comensales de las hidroeléctricas

¿En manos de quiénes estamos?

- En la tradición japonesa el bushido, inculcado a los japoneses de la clase dirigente antes de despegarse del pecho de la madre, es traducido como “el camino del guerrero”.
Es un código ético estricto, que demanda lealtad y honor hasta la muerte. Muy practicado entre los samuráis o “los servidores ayudantes” y entre los bushi o “caballeros armados”. Ellos podían recuperar su honor practicando el seppuku o suicidio ritual.
El código Samurái o “El Camino” no es simplemente una lista de reglas a las cuales un guerrero se debe apegar a cambio de su título. Más bien es un conjunto de principios que preparan a un hombre o a una mujer para batallar con humanidad, sin perder el contacto con los valores básicos.
Esta forma de vida para hacer de un luchador un hombre noble, es una costumbre que no es extraña a la tradición paraguaya.
No obstante, el honor, el deber y la gloria hoy son subastados en Paraguay al mejor postor.
Los magistrados, los juristas, los congresistas, los administradores de la cosa pública, por decir lo menos, nos enrostran a diario su infame conducta. Ni el ámbito deportivo se salva de la influencia nefasta de estos desvergonzados, afines al crimen organizado. Es más que evidente que no batallan con humanidad sin perder el contacto con los valores básicos. Al contrario, desvían del código ético estricto para caminar en la senda de la blanda laxitud.
Pero es en las hidroeléctricas binacionales donde más se pone de manifiesto esta deslealtad hacía la patria. Sus principales funcionarios, deslucidos clientes políticos insertos en los órganos de administración, ante las humillantes asimetrías que roba el pan a los más humildes, no se atreven a levantan un solo dedo para recuperar nuestra secuestrada soberanía energética.
Espantadizos, otorgan todo y se acomodan a los poderes de turno para acrecentar sus ya crecidas cuentas bancarias. Entonces nos preguntamos: ¿qué honor puede haber en la riqueza a costa de los intereses de la patria, dónde está la gloria? Ante tamaño agravio ¿cómo recuperar el honor? Da que pensar.
Es cuando traemos a colación al Paraguay tradicional. Una nación que sostuvo dos guerras internacionales sin pedir ni dar cuartel.
En una de ellas, “La guerra del Paraguay, política y negocios” de León Pomer (Centro editor de América Latina, pp. 230-231), se puede acceder al “Despacho privado del Marqués de Caxías, mariscal del ejército en la guerra contra el Gobierno del Paraguay, a Su Majestad, el emperador del Brasil, don Pedro II”. Un sustancioso relato redactado por un viejo soldado desde el cuartel general en marcha en Tuyucué, el 18 de noviembre de 1867. El mariscal Caxías refería:
“Todos los encuentros, todos los asaltos, todos los combates habidos desde Coimbra a Tuyutí, muestran y sostienen de una manera incontestable que los soldados paraguayos son caracterizados de una bravura, de un arrojo, de una intrepidez y una valentía que raya a ferocidad sin ejemplo en la historia del mundo”.
“... Su disciplina proverbial de morir antes que rendirse y de morir antes de hacerse prisioneros porque no tenía orden de su jefe ha aumentado por la moral adquirida, sensible es decirlo pero es la verdad, en las victorias, lo que viene a formar un conjunto que constituye a estos soldados, en soldados extraordinarios invencibles, sobrehumanos”.
“López tiene también el don sobrenatural de magnetizar a sus soldados, infundiéndoles un espíritu que no puede apreciarse bastante con la palabra; el caso es que se vuelven extraordinarios; lejos de temer el peligro lo acometen con un arrojo sorprendente; lejos de economizar su vida, parece que buscan con frenético interés la ocasión de sacrificarla heroicamente y de venderla por otra vida o por muchas vidas de sus enemigos” (...)
“El número de soldados de López es incalculable, todo cálculo a ese respecto es falible, porque todo cálculo ha fallado” (...).
“Vuestra Majestad tuvo por bien encargarme muy especialmente el empleo del oro para acompañado del sitio allanar la campaña del Paraguay, que venía haciéndose demasiadamente larga y plagada de sacrificios y aparentemente imposible por la acción de las armas; pero el oro, Majestad, es materia inerte contra el fanatismo patrio de los paraguayos desde que están bajo la mirada fascinadora, y el espíritu magnetizador de López.”
“...soldados, o simples ciudadanos, mujeres y niños, el Paraguay todo cuando es él son una misma cosa, una sola cosas, un solo ser moral indisoluble...”.
“... ¿Cuánto tiempo, cuántos hombres, cuántas vidas y cuántos elementos y recursos precisaremos para terminar la guerra es decir para convertir en humo y polvo toda la población paraguaya, para matar hasta el feto del vientre de la mujer...?”
juanantoniopozzo@gmail.com

0 comentarios: