domingo, 7 de febrero de 2016

Anodino y prebendario

07 DE FEBRERO DE 2016

| ¿QUÉ SE AGAZAPA DETRÁS DEL “REKUTU”?

Entrega vigilada

En Yacyretá estamos en los prolegómenos de un drama de final feliz, una farsa que muestra lo ridículo con elementos que hacen reír y un desenlace feliz, aunque no para Paraguay. 
El “rekutu” del interino paraguayo en el emprendimiento binacional no obedece a cuestiones de alternancia, de cogestión paritaria o de defensa de la soberanía energética. Una vez más, la repitencia del aplazado es el producto de la imposición fáctica de la corriente de los históricos barones –como expresión empresarial– que no claudican en asesorar a los gobiernos de turno carentes de información.
Para esta caterva de complotados con la margen opuesta, en su mayoría provenientes del ámbito de las relaciones internacionales, los acuerdos binacionales para la explotación hidroeléctrica del río Paraná son tratados perfectos y no burdas concesiones que entregaron a los socios condóminos, en bandeja de plata, casi toda la producción energética del Paraguay.
Uno de los notables, tal vez el de mayor experiencia, fervoroso de Itamaraty, gusta decir cuando alude al Tratado de Itaipú que es un acuerdo justo y que los brasileños, en su enorme altruismo, en vez de elegir en su propio territorio la construcción de la gigantesca represa optaron por el limítrofe río Paraná.
Otro de los más agraciados, entre irónico y burlón, suele declamar, hasta con sorna, que la cuestión de la soberanía energética es puramente chovinista.
Con Gaspar Rodríguez de Francia eran imposibles estas defecciones. Todos estos, hoy prósperos entreguistas, genuflexos ante la margen izquierda, no hubieran podido sobrevivir para seguir corrompiendo la política exterior de la República del Paraguay.
El actual transitorio de la EBY es más de lo mismo. Siempre oficialista, a favor de la corriente. No le amilana los rechazos desde donde provengan: del Congreso, del municipio asunceno, de Petropar o del pueblo, de quien cree que puede mofarse.
Burócrata obsequioso, gusta aparecer como experto técnico y como alternativa indispensable para conciliar los intereses del país en la corrompida entidad binacional.
No obstante, sus credenciales son tan endebles que se hace cuesta arriba sustentar su permanencia en Yacyretá.
Sería prudente –para no comprometer su representación partidaria como numen del nacionalismo– que los congresistas republicanos rechacen de plano su nominación. Principalmente por sustentar en la entreguista Nota Reversal de 1992 el descabellado preacuerdo, de su cosecha, del año 2006. Una novedosa cesión a la Argentina, por el método de la novación, de 42 años de producción en concomitancia con ¡la vida útil de la central hidroeléctrica!
El objeto del interinato, según los observadores, serían las obras que le son necesarias al vecino país para librarse de su enorme e insostenible déficit, que le cuesta unos US$ 15.000 millones anuales de importación energética. En la agenda no sería esencial el numeral IX del Anexo “C” del Tratado de Yacyretá; un director paraguayo funcional sería clave para vigorizar los intereses argentinos.
Los requisitos de entreguismo, claudicación y de atropello al Tratado, que son parte del asincrónico funcionamiento de la EBY, deben conformar la anodina personalidad directiva. Finalmente, cuesta creer que en nombre del Paraguay hayan decidido por enésima vez complacer a los impresentables socios del Plata de quienes, inmoralmente, unos pocos recibirán “ijykepe” los beneficios de este enorme perjuicio.
juanantoniopozzo@gmail.com

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