martes, 8 de marzo de 2016

La majestad de la justicia

08 DE MARZO DE 2016


Señor juez

No hay mayor honor que se le pueda conferir a una persona como la autoridad para juzgar y sentenciar, aplicando las leyes a otras personas. Aunque jurídicamente son un órgano judicial, los jueces o magistrados son considerados habitualmente como funcionarios públicos estatales integrantes del Poder Judicial.
La concepción de juez encuentra justificación racional en la experiencia, conocimientos, destreza, capacidad, sensibilidad e identidad adquiridos en el desempeño de la labor de impartir justicia.
Es ideal que el Poder Judicial, con el propósito de la prestación del servicio público de justicia a la ciudadanía, se encuentre en manos de los más calificados y más valientes jueces con experiencia.
Lamentablemente, en nuestro Poder Judicial este ideal sigue siendo una utopía. La mayoría de los jueces que lo integran faltan conscientemente a los deberes de su cargo al tomar una decisión o dictar una resolución injusta, con plena conciencia de su injusticia.
No caben dudas de que la peor falta de un juez es prevaricar en la sentencia de un juicio. Una muestra de ello se observa en el Acuerdo y Sentencia Nº 280 de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, de junio de 2011. En efecto, los magistrados Antonio Fretes, Alicia Pucheta de Correa y Miguel Óscar Bajac declararon inaplicable la Ley 1161/97 que, según decían, no podía prevalecer sobre los Tratados de Itaipú y Yacyretá. Es más, el contralor general se encontró de pronto con que la Sala Constitucional también derogó de facto el Artículo 238, inciso 4, de la Constitución Nacional, que le otorgaba la fiscalización de las cuentas nacionales de Itaipú y Yacyretá.
La reacción ante tamaño desaguisado no se hizo esperar. ¿Habrán sobornado a los miembros de la Corte Suprema de Justicia?, editorializó ABC Color el 24 de junio de 2011. Pero las indignidades superan la imaginación, los vástagos y parientes de los que se pronuncian sobre los intereses nacionales, con sentencias fraudulentas, pululan en las nóminas de las entidades binacionales.
Jueces valientes
Sin embargo, encontramos que los magistrados brasileños, jueces y fiscales, son excepcionalmente valientes. Desconectados de los avatares políticos, actúan con libertad y soberanía. Están por sobre la política y solo temen no ser lo suficientemente justos que puedan poner en riesgo su majestad. Es importante destacar que el vecino país, profundamente inficionado por la corrupción, sostiene su gobernabilidad gracias a sus incorruptibles jueces.
Al respecto, Francisco, el 18 de junio de 2014, durante una audiencia, exhortó al Consejo Superior de la Magistratura italiana a seguir el ejemplo de los magistrados Vittorio Bachelet y Rosario Livatino.
Livatino fue asesinado por la mafia y está en proceso de beatificación. Por otro lado, Vittorio Bachelet estuvo al frente del Consejo Superior de la Magistratura en tiempos muy difíciles, siendo víctima del terrorismo durante los llamados “años de plomo”.
Estos jueces, señaló el Santo Padre, fueron leales a las instituciones y valientes al defender la justicia y la persona humana. Ambos ofrecieron un testimonio ejemplar del estilo propio del fiel laico cristiano; leal a las instituciones, abierto al diálogo, firme y valiente cuando se trataba de defender la justicia y la persona humana.
Las normas jurídicas
Francisco también recordó que las normas jurídicas están destinadas a tutelar la libertad e independencia del magistrado para que pueda cumplir con las necesarias garantías su importante y delicada tarea para así responder adecuadamente al encargo que la sociedad les confía, manteniendo una imparcialidad irrebatible.
Jueces independientes
Para el Santo Padre, la independencia del magistrado y su objetividad de juicio requieren una aplicación atenta y puntual de las leyes vigentes. La certeza del derecho y el equilibrio de los diversos poderes de una sociedad democrática encuentran su síntesis en el principio de legalidad, en nombre del cual el magistrado actúa. Del juez, advirtió, dependen decisiones que repercuten no solamente en los derechos y los bienes de los ciudadanos, sino que atañen a su misma existencia.
Prudencia
Afirmó el Sumo Pontífice que entre las cualidades intelectuales, psicológicas y morales del magistrado se destaca la prudencia, que no es una virtud para quedarse quieto, para decir que soy prudente y me paro. ¡No!, exclamó, es una virtud de gobierno para sacar adelante las cosas, la virtud que lleva a sopesar con serenidad las razones de derecho y de hecho que deben estar en la base del juicio.
Se tendrá más prudencia cuando se posea un equilibrio interior capaz de dominar el influjo derivado del carácter propio, del propio punto de vista, de las propias convicciones ideológicas.
Lo que la sociedad espera de sus magistrados
Francisco señaló que la sociedad espera mucho de la magistratura italiana, sobre todo en un contexto como el actual que se caracteriza, entre otras cosas, por la aridez progresiva del patrimonio de valores y de la evolución de las estructuras democráticas.
Finalmente, los exhortó a no decepcionar las legítimas expectativas de la gente y a esforzarse siempre en ser “un ejemplo de integridad moral para toda la sociedad”.
juanantoniopozzo@gmail.com

0 comentarios: